Enrique Álvarez
El pasado fin de semana, tras obtener el podio en la carrera de Las Vegas, se confirmó que Sergio “Checo” Pérez obtendrá el segundo lugar en la temporada de la Formula 1. Sin duda su mejor temporada y el mejor resultado en la historia de la F1 para un mexicano. Irónicamente es el año donde más se le ha exigido, y donde más se le ha criticado.
El análisis de este segundo lugar nos debe dar como reflexión que debemos juzgar el desempeño contra el tiempo. En la misma temporada había quienes creían que Sergio podía aspirar al título y había quienes consideraban que Sergio sería sustituido por Ricciardo por un mal rendimiento.
Lo mismo le sucede a la Selección Mexicana de Futbol (no importa cuando leas esto). En cuanto un técnico es campeón con un equipo de la Liga Mx lo comienzan a candidatear para el Tri. Y en cuanto pierde un cotejo importante lo juzgan como un bueno para nada sin méritos y conocimiento para estar al frente del representativo nacional.
Esa historia podríamos verla con Hugo Sánchez, con Diego Cocca y con Eriksson (por mencionar solo a algunos). Y es la historia actual del Jaime Lozano. Obtuvo una medalla olímpica y la gente lo pedía a gritos para el tri mayor como si fuera el mesías. Perdió en Honduras y estaba a nada de quedar eliminado de la Nations League y en redes sociales ya se buscaba su reemplazo.
La situación actual de Checo y Jimmy son similares. Hay mucha crítica en su entorno. Hay ansiedad por resultados. Pero la realidad es que esos resultados llegan con tiempo y trabajo. Y ese tiempo y trabajo le dio a Pérez el segundo lugar mundial de la Formula 1 y el título de constructores. Y ese tiempo y trabajo le dio a Lozano una medalla olímpica y el título de la Copa de Oro.