El mundo del futuro inmediato, esto es, de los próximos 20 años, no sólo será testigo de una feroz lucha entre las izquierdas de todo tipo frente a un abanico que va de los liberales, los libertarios, populistas de derecha, los nacionalistas y los demócratas; también verá profundos cambios tecnológicos que dejarán atrás a los empecinados en recursos que ya no funcionarán más.
En efecto, la recientemente concluida Conferencia para el Cambio Climático de las Naciones Unidas (COP28) adoptó una resolución por la que se llama a alejarse del uso de carbón, petróleo y gas natural, ya que son los combustibles plenamente identificados de ser los que han provocado el calentamiento global.
Varios aspectos son de destacar de esta reunión, sostenida en Dubai, la capital de uno de los Emiratos Árabes Unidos, del 30 de noviembre al 12 de diciembre pasados. Una, la participación del ex presidente mexicano Felipe Calderón, contrastada ampliamente ante la presencia de una delegación del gobierno actual de tercer nivel.
Otro aspecto relevante fue la postura del país anfitrión, Emiratos Árabes Unidos, que logró colocar la palabra “transición” en lugar de un compromiso firme por la eliminación de los combustibles fósiles. Esto da un respiro a los países que son petro-estados, esto es, que sólo producen petróleo y sus derivados, muchos de ellos árabes.
Para estos países el futuro se presenta incierto, pues una reconversión total a su principal y en algunos casos única fuente de ingresos, pareciera constituir un reto inalcanzable y es muy probable que en 2050 aún existan algunas fuentes de este tipo de energía, si bien no serán más bien vistos ni tolerados.
Los combustibles fósiles aún permanecerán como fuentes de energía algunos años, quizá décadas, pero su fin es inminente. El futuro ya no es del petróleo y los países productores habrán de anticipar esta realidad desde ya.
El otro aspecto es el rol de nuestro país. Como muchas otras cosas, el actual gobierno, próximo a concluir, le dio la espalda al futuro, apostándole prácticamente todo a las fuentes de energía fósiles.
Una refinería ya inaugurada que no refina, un tren depredador del principal ecosistema de nuestro país y que utiliza energía fósil, unas termoeléctricas que se mantienen contaminando crónicamente el medio ambiente, requieren de un giro completo en sentido contrario. México tiene que apostarle al futuro, no al pasado. Esto es lo que está en juego.