Raúl D. Lorea
El encanto de Querétaro se ha visto mermado los últimos años por el deterioro que ha afectado las calles y banquetas del Centro Histórico. He tenido la oportunidad de caminar recientemente (contra mi voluntad) y se avanza pocos metros sin encontrar un desperfecto en las banquetas.
Desde sus dimensiones (ancho insuficiente) hasta la calidad de sus materiales (deteriorados por el imprudente paso de automovilistas o choferes de transporte de carga), lo cierto es que el Centro Histórico tiene muchos puntos que necesitan ser intervenidos para sumarnos a esta nueva tendencia internacional de mejorar el espacio público priorizando a peatones y ciclistas.
He platicado con algunos amigos afines al ramo de la construcción y la obra pública, y algunos de ellos han coincidido en que ya no hay suficientes bancos de cantera con la calidad que se necesita para ser usada como pavimento vial, y que, probablemente, esa sea la razón por la que no se han hecho las reparaciones urgentes en las calles del Centro Histórico.
Al escuchar esa suposición (insisto, suposición) me llega la siguiente pregunta ¿el INAH autorizaría un cambio de pavimento en las calles?
De momento se me ocurren dos opciones, que ya hemos platicado en este espacio: concreto hidráulico estampado o empedrado sobre tepetate con huellas de concreto hidráulico.
Vea las fotos antiguas de Querétaro, antes no tenía cantera. Sí, se ve padrísima, impecable y limpia, pero si es verdad que no hay ¿qué opción elegiría, amable lector(a)?