Mario Maraboto
Cada año, por estas épocas, viene a mi mente una estrategia de relaciones públicas que diseñé y coordiné para sensibilizar a las audiencias sobre los riesgos de las series de luces navideñas no certificadas y los riesgos de tener en casa árboles navideños secos.
El corazón de la estrategia, diseñada para un organismo certificador internacional, era mostrar en video a nivel nacional cómo una serie defectuosa o no certificada, combinada con un arbolito ya no muy fresco y un descuido, pueden producir un incendio que destruya completamente una vivienda.
Al efecto, se consideraba “vender” la idea a un reportero de investigación, conseguir un lugar seguro para “construir” la sala de un departamento tipo de la ciudad de México, conseguir árboles navideños a medio secar y contar con el apoyo del cuerpo de bomberos. La idea era propia para un reportaje en televisión por el gran atractivo visual que alcanzan algunos incendios.
En efecto, lo que de inicio fue un reportaje videograbado resultó tan impactante que uno de los principales noticiarios matutinos de televisión solicitó repetir la situación para transmitirla en vivo, enmarcada en segmentos informativos sobre la prevención de incendios. La emisión, editada, fue retransmitida en el noticiario nocturno. Los efectos de este trabajo en la agenda pública llevaron al gobierno local a adelantar su programa de reciclado de árboles navideños debido a la respuesta del público por deshacerse de sus árboles secos.
Posiblemente en algunos lectores surgirá la pregunta ¿Hasta qué punto un organismo público o privado pude influir -directamente o a través de una agencia de relaciones públicas- en un medio de comunicación para interesarlo en un tema que favorezca a sus intereses? Sin violentar la independencia editorial, es posible que al compartir información fidedigna que pueda convertirse en noticia, un medio llegue a interesarse en hacer su propia investigación y explotarla de manera notable para establecer una agenda noticiosa propia.
Lo interesante es que las agencias de relaciones públicas tienen la posibilidad de sugerir a los medios algún tema, proporcionándoles información verificada para investigar y encontrar el ángulo noticioso. Todo está en tener presente que es importante determinar el modo en que se contextualiza un tema, el mejor momento para trabajarlo, y conocer los perfiles editoriales de los medios de comunicación para valorar su posible interés en él.
Me parece que esto ha sucedido en varias ocasiones durante el actual sexenio: información proporcionada a diferentes medios sobre situaciones de corrupción gubernamental que, una vez investigada y verificada, ha resultado en noticia de varios días y que genera controversia porque el gobierno trata de descalificarla y protege a los principales actores de la corrupción.
Seguramente ha habido muchos casos en los que la información inicial no es fidedigna y muchos otros en los que el medio que la investigó ha decidido no hacerla pública por razones de ética o de criterios editoriales. Pero mientras existan intereses noticiosos, la permeabilidad de información seguirá siendo un activo importante y de gran valor tanto para los medios de comunicación como para organismos públicos y privados.
(Por fin de año, esta columna toma un receso. Reiniciará el próximo 9 de enero)