Los Blanchet/Caldo de Cultivo
Éramos veinteañeros y le dábamos al rock & roll. Vivíamos y disfrutábamos nuestra inmadurez, soñando con un éxito artístico que nunca llegó a pesar del tiempo, esfuerzo y dinero invertidos, pero que, independientemente del resultado (o de la falta del mismo), nos mantenía vivos, vibrando y compartiendo experiencias irrepetibles.
Uno de nosotros, el que tocaba el bajo, comentó en alguna de las consabidas bohemias al término de los ensayos, acerca de las bondades y el disfrute de vivir en la inconsciencia y la inmadurez, evadiendo la responsabilidad y el compromiso que implican lo contrario: vivir con los pies en la tierra con mayores niveles de consciencia, lo que evadió a toda costa con el paso de los lustros, aún habiendo sido padre de un hijo que procreó en un efímero matrimonio. La inmadurez total en la que no pocos sexagenarios aún se encuentran. Dicen que si no has despertado antes de los 50 años, ya es inútil intentarlo.
La búsqueda de la conciencia, al igual que el de la espiritualidad, es un viaje personal y único. Es el interminable esfuerzo para comprender el entorno, a sí mismo y el enfoque en el tiempo presente, con apertura permanente a ideas diferentes a las propias y a nuevos paradigmas. En la opinión de quien esto escribe, y en contra de las diversas definiciones que sobre la inteligencia han surgido con el tiempo, ésta está íntimamente engarzada con la conciencia e incluso podrían ser sinónimos. Sin conciencia, de acuerdo a esta visión, la inteligencia sería una mera colección de habilidades específicas independientes una de la otra, sin hilo conductor ni propósito.
A partir de lo anterior podríamos decir que la conciencia siempre en expansión es la única elección aceptable, el único camino. Pero no. Millones de personas eligen la opción de la comodidad de una conciencia limitada y estática, que se asienta en la cotidianidad y en un mundo determinista con reglas establecidas e inalterables, campo fértil de la manipulación ideológica, dogmática o simplemente del adoctrinamiento polarizante y carente de argumentos, de sustancia, para servir de carne de cañón y masa acarreable que utilizan los pasados de vivos para sus propósitos.
La expansión de la conciencia involucra necesariamente la ampliación de la perspectiva en el tiempo y en el espacio. El estudio y la investigación en los temas de interés de cada quien, junto con la experiencia que sólo los años aportan, son la forma de adquirir esa perspectiva y el consiguiente desarrollo del discernimiento, herramienta fundamental para mantenerse no tan alejado del piso.
De aquel núcleo de jóvenes soñadores, dos de ellos no alcanzaron la edad madura, por lo que no tuvieron oportunidad de ver los frutos de sus esfuerzos en la expansión de sus conciencias. De los que quedamos…escribiré otro día.
En la fila
Ante los cuestionamientos que uno se hace sobre por qué decidí venir a nacer a este plano en el que la humanidad evoluciona en tecnología a pasos agigantados, -mas no como especie-, continuamente me doy a la tarea de buscar algunos conceptos para elevar el conocimiento para tratar de entender de qué va todo esto, ya que definitivamente en muchas ocasiones he llegado a sentir que no encajo con lo que muchos llaman la mejor escuela para la evolución espiritual.
Es así que en días pasados, curioseando por la red, me llamó la atención Hans Wilhelm, personaje dedicado a esta materia de la conciencia y de los pocos personajes con quien me identifico en su apreciación del mundo. Él explicaba que este plano es altamente cotizado por diferentes almas que a toda costa están dispuestas y jubilosas de venir a encarnar para vivir la experiencia de la tercera dimensión, con la finalidad de aprender y disfrutar todo lo que el planeta Tierra ofrece como lugar especial. Este concepto me hace algún sentido y reflexiono sobre lo privilegiada que soy por decidir convertirme en una humanita guerrera y luchona, que al parecer agarró buen lugar en la fila para bajar hasta acá.
Me imagino que, para lograrlo, tuve que hacer fila como cuando me mandaban a las tortillas, misión que verdaderamente me daba una flojera terrible, y que mi única motivación era tener el privilegio de agarrar la primera tortilla calientita del kilo que compraba, agregarle sal de ese salero de plástico tan manoseado, hacerla taquito y llevármela a la boca para saborear las delicias del maíz. Ese kilo que alimentaba a mi familia, era envuelto cuidadosamente por doña Mari con aquella servilleta de cuadritos que yo le entregaba con una sonrisa y que había resguardado pegada a mi pecho durante los treinta minutos que duraba la espera.
Uno lucha por evolucionar romántica y espiritualmente para encontrarle sentido a la vida, pero todo se cae como tapa de excusado cuando ves en las noticias cómo humanos revendedores se pelean con insultos y a golpes por adquirir desesperadamente cajas y cajas de roscas de reyes en Costco. Pero lo peor viene cuando cavernícolamente los consumidores, (unos con membresía de la tienda, otros no), se pelean de la misma manera por comprárselas más caras a esos mismos revendedores que hoy llamo: EBG (Emprendedores Bien Gandallas).
Ahí es cuando digo: En serio, ¿esas son las almas que desesperadamente querían venir al planeta? ¿De dónde provienen? ¿De la dimensión desconocida o de Narnia? ¿A eso se le llama evolución? ¿Qué, en el cielo el departamento de almas no tiene control de calidad o ISO9000? ¿Por qué a esas almas las mandan para México? ¿Me equivoqué de fila porque debí nacer en Dinamarca?
En fin, como en la escolta: rompan filas y sálvese quien pueda de todas aquellas almas de pena, que dan más miedo que las misma almas en pena.
Le esperamos hoy miércoles a las 9:00 de la noche en la KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por streaming en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita la próxima semana aquí…para echarnos otro caldito.
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