Rocío González Velázquez y Karem Montes de Oca
Las mujeres nos unimos en las calles para demandar igualdad en oportunidades profesionales/laborales y el cese de la violencia de género. No obstante, el espacio público puede ser tan hostil como el ámbito doméstico. Investigaciones revelan que, aunque muchas protestas de mujeres han sido respetadas por las autoridades mexicanas entre 2016 y 2022, algunas participantes han sido victimizadas.
Entre 2019 y 2021, las mujeres representaron el grupo social más afectado por la violación de derechos fundamentales como la libre expresión, la reunión pacífica y la libre circulación. Además, en el 6 por ciento de las protestas contra la violencia de género realizadas entre 2016 y 2022, mujeres fueron agredidas injustificadamente por parte de autoridades e incluso de la delincuencia organizada. Por ejemplo, la decisión de impedir a los contingentes de mujeres que avancen y hagan uso del espacio público bajo argumentos no justificados de prevención y peligrosidad. Esto asume, como ha quedado demostrado a partir de los ‘Guacamaya leaks’, que algunas mujeres que se manifiestan son consideradas por la autoridad como una amenaza equiparable a grupos del crimen organizado.
Es por ello que, en el marco del 8 de Marzo, es esencial abrir un diálogo sobre los límites de las protestas sociales y las responsabilidades de las autoridades, ya que el argumento de seguridad no puede ser pretexto para socavar expresiones que han sido cruciales para lograr avances sociales innegables.
Y tú, ¿cómo vives el 8 de Marzo?
MT