La renuncia de Theresa May a la dirigencia del partido Conservador, que abrió la necesidad de ser reemplazada del gobierno británico, deja varios problemas pendientes.
Desde julio de 2016 en que llegó al cargo, la primera ministra trató de consensar un acuerdo de salida de su país de la Unión Europea, el Brexit, sin conseguirlo ni siquiera entre los militantes de su propio partido, que en el parlamento es minoría desde las elecciones de junio de 2017.
Y es que en el partido Conservador existe una fuerte corriente contraria a la Unión con Europa, al considerar que es liderada por Alemania, a la que ven como el enemigo histórico. Y lo mismo ocurre con su principal adversario, el partido Laborista que, pese a ser proclive a la Unión, tiene el liderazgo de su principal opositor Jeremy Corbyn que encabeza la facción aislacionista para su país.
Uno de los problemas británicos es salir de la Unión de manera negociada, ya que de no hacerlo, enfrentará una serie de sanciones que perjudicarán la no muy estable economía británica. Y los 2 planes que presentó May fueron rechazados por el Parlamento. May no logró en estos años un liderazgo para alcanzar un Brexit negociado y la amenaza de tener que acudir a un segundo referéndum asusta a la gran mayoría de los dirigentes políticos y legisladores ingleses. Hay que recordar que una consulta sobre el Brexit le costó el cargo a su antecesor y compañero de partido David Cameron.
Otro problema es neutralizar a los promotores del Brexit radical, auspiciados lo mismo por un Steve Bannon, el ex consejero de Donald Trump, que por Vladimir Putin, quien mira encantado esta primera salida de la Unión Europea.
El otro problema es la situación en Irlanda, país que han colonizado y esclavizado los ingleses desde el siglo XVI y que ahora, dividido, enfrenta a Irlanda del Norte, colonia inglesa favorable a la Unión Europea, con el gobierno británico. Además de la vecindad con Irlanda, estado miembro de la UE y que reclama la devolución de su provincia del norte. Los problemas entre católicos y protestantes vuelven al escenario con la reaparición del IRA, el grupo terrorista tristemente famoso.
Para julio, los británicos habrán de elegir al próximo líder del partido Conservador que se convertirá en el primer ministro. Y a pesar del voto en favor del Brexit, el futuro permanece incierto.