Por: M. en A.D. Lisandro. A. Meza De los Cobos
Coordinador Licenciatura en Dirección de Empresas. Universidad Anáhuac
Despierto de madrugada en mi humilde morada, 9 de mayo del año 2021, siento un tambaleo fuerte en mis extremidades inferiores; bajo de la alcoba rumbo a la cocina para pararme un pequeño desayuno, busco en la alacena unos pedazos de pan de centeno, abro con mi mano derecha el refrigerador para tomar la mantequilla típica de la región, sin sal; indago entre los anaqueles de la cocina unos buenos y finos fideos de chocolate; lleno la tetera metálica con agua de grifo y la dejo calentar; camino rumbo a la mesa de centro y empiezo a preparar mi “hagelslad”; escucho a lo lejos el silbido típico del agua hirviendo y abro el segundo cajón del lado inferior izquierdo y tomo entre mis dedos dos sobres de infusión de té negro; regreso, tomo asiento, comienzo a desayunar y reflexiono.
Subo apresurado a la recámara para preparar mi maleta de trabajo, me coloco una sudadera verde y unos shorts y calcetas de color negro; salgo apresurado de la casa, pues el tiempo apremia y tengo que llegar a lo que hoy en día considero el trabajo más frustrante de toda mi existencia.
Llego a la oficina, veo a mis compañeros algo nerviosos, trato de hacerme el fuerte e incentivarlos a dejar a un lado la presión y concentrarse en la prueba que enfrentaremos en unos minutos; estoy aterrado por dentro, siento un palpitar muy fuerte dentro de mi corazón que en ocasiones me ensordece y por otros no me deja respirar; percibo a lo lejos del túnel un aroma familiar, a césped recién cortado y escucho a la multitud enardecía cantar su himno inicial.
Comienza el encuentro y el silbatazo inicial me hace olvidar que tengo 37 años de edad, más de 7 meses y 25 días lesionado, que fui un jugador estelar en varios equipos considerados los más importantes del continente europeo, seleccionado de mi honorable nación y solamente me entrego a aquello que me apasiona; el golpear zurdo de un balón.
Concluye la partida y afortunadamente los demonios del pasado lastimoso se esfumaron, pues tengo la fortuna de dar dos asistencias a gol y así ayudar a la victoria de mi escuadra, con un contundente 4-0; me congratulan con el reconocimiento al MVP del día; regreso a los vestidores, tomo un par de entrevistas y no puedo evitar ponerme a llorar; tomo mi pequeña maleta y la coloco sobre mi espalda, salgo del majestuoso escenario futbolístico, subo a mi bicicleta pedaleando camino mi apacible, lindo y dulce hogar.
Esta es la historia que me figuro, vivió el astro futbolista holandés Arjen Robben, quien después de pasar largo tiempo inactivo del futbol internacional, derivado de múltiples decisiones personales y otras que involucraban su integridad física (lesiones), regresó a sus 37 años de edad y como verdadero “crack” al balompié internacional, vistiendo la camiseta del equipo del Groningen en su enfrentamiento contra la escuadra del Emmen en la jornada 32 del Eredivise.
La entrega completa a una pasión, siempre será la respuesta idónea, ante cualquier frustración.