Javier Esquivel
La cuenta regresiva comenzó. El cronometro electoral inició su marcha en sentido descendente. Para estas fechas, en el 2024, sabremos quién será la nueva o el nuevo presidente de México por los próximos seis años subsecuentes.
Las y los mexicanos también estaremos informados quienes serán las nuevas gobernadoras de los 9 estados en los que habrá renovación de autoridades, así como también conoceremos los nombres de las nuevas legisladoras federales y locales.
Los resultados electorales del Estado de México y Coahuila también ya forman parte del punto de salida para muchas otras actividades como el anuncio de los procesos internos para determinar al aspirante de la oposición.
A partir de este día se definirán también las posturas de aquellas y aquellos personajes políticos que no sean abanderados de sus partidos. Se espera haya rupturas irreconciliables.
Con esta fecha, paralelamente, estaremos en condiciones de conocer las reglas del juego para la sucesión desde el oficialismo.
Se llega a la antesala de la elección presidencial con un claro divorcio entre la clase política y la sociedad mexicana, donde las necesidades de la gente no se ven reflejadas, son mudas y sin eco en los partidos políticos.
Difícil será recuperar la confianza de los electores sin partido, cuando de forma constante los partidos se niegan a seguir sus propios códigos de ética y de manera deliberada declinan a última hora por otros que les ofrecen permanencia en el primer circuito de la política nacional.
Se han olvidado del respeto al esfuerzo de sus aspirantes y a la inteligencia social colectiva.
Incluso, los militantes de cada uno de estos entes de interés público llegan divididos por el sistema de alianzas y coaliciones que los deja fuera de cualquier posibilidad de ocupar la candidatura a un cargo de elección popular.
Los sobresalientes liderazgos precedidos de importantes trayectorias, hoy a un año de la elección, ni ellos mismos conocen el método por el cual se designarán los espacios plurinominales en lo local o federal y mucho menos para las presidencias municipales que estarán en juego.
Este crucigrama de intereses y de indefiniciones, a menos de un año de la gran elección, lleva a esos cuadros políticos de los partidos a no tener claridad de cuál debe ser su estrategia de comunicación para hacer frente al 2024 o para trazar su futuro.
Hoy los partidos políticos de oposición transitan con las mismas tácticas que los hace ser percibidos como débiles y fragmentados en su conjunto. Con serias amenazas de perder más militantes ante la falta de claridad.
Será altamente complicado para la oposición, lograr en menos de 12 meses calendario, articular una estrategia de comunicación eficaz que, en primera instancia les permita integrar, movilizar y unificar sus bases hoy lastimadas y, posteriormente, lanzar a una o aspirante presidencial que emocione al público en general.
Es complicado el panorama para la construcción de una estrategia electoral, cuando todavía apremian los egos y vanidades personales, los intereses de grupo y se pondera en ultimo nivel de importancia a las y a los ciudadanos.
Apunte del consultor
Sin duda, con la aprobación de la ley 3 de 3 aumentan más las posibilidades de que las mujeres ocupen más puestos de elección popular y cargos públicos en los tres órdenes de gobierno y los organismos autónomos.
Una gran cantidad de hombres que tienen sentencias desfavorables de pensión alimenticia, de acoso y violencia quedarán fuera de cualquier fórmula de la ecuación electoral o de funciones de gobierno.
¿Cuántos se quedarán fuera del camino del 2024 por su débil ética personal? En Querétaro la lista es larga.
@javoesquivel