Javier Esquivel
Una de las principales características de la actual legislatura federal, sin duda, ha sido el arduo trabajo de diputadas y senadoras para visibilizar y anteponer en la discusión de la agenda política del país las necesidades y preocupaciones de millones de mujeres mexicanas.
Las legisladoras han sido la voz de aquellas otras mujeres que no la tienen o que no son escuchadas, ni atendidas en diversas instituciones municipales, estatales o federales.
Las representes populares de todos los partidos políticos han equilibrado estratégicamente sus agendas políticas y legislativas para dar prioridad al abanderamiento, acompañamiento y la construcción de alternativas a las demandas de género y sociales aún no atendidas.
Como ejemplo, esta semana se presentará un Punto de Acuerdo por el que se exhortará a la Secretaría de Salud y a sus homólogas de las 32 entidades federativas para que se genere y aplique un protocolo de atención a las muertes de bebés antes, durante el parto y después del nacimiento.
Un tema por demás sensible que afecta a millones de mujeres y familias en el país y que, sin embargo, no ha sido atendido de manera general y profesional por la falta de un instrumento que guíe y norme el actuar de todas las personas inmiscuidas en el doloroso asunto.
En la actualidad los fallecimientos por muertes fetales son un tema del que poco se habla en el país, un duelo que sigue siendo tabú y de mucho respeto entre familiares. Una cuestión de los que pocos se atreven a hablar por no tocar temas que lastiman.
De acuerdo con cifras del INEGI se tiene registro que, en años anteriores al actual, hay 23 mil muertes fetales promedio al año.
Las cifras se tornan aún más sensibles cuando se apunta que el 83.5 por ciento de las muertes fetales ocurren antes del parto y un 15 por ciento durante el alumbramiento y se agudizan cuando se tiene registro que el 69 por ciento de las muertes fetales ocurre en instituciones públicas de salud.
Los datos son tan fríos en México que tampoco las instituciones públicas y privadas han acordado el establecimiento de un registro nacional de muertes de bebés después del nacimiento.
Por ello, es de suma importancia el exhorto que hace la legisladora Mariana Nassar Piñeyro en la materia, en el cual, también de forma respetuosa, invita a la capacitación del personal médico de los hospitales que brindan atención materno e infantil, incluyendo al personal auxiliar y técnico.
El exhorto busca, de igual forma, se otorgue atención integral, ética, respetuosa y humana, a familiares que han sufrido la muerte fetal, perinatal y neonatal de sus bebes, así como establecer, en la medida de lo posible, espacios físicos acondicionados como salas de despedida dignas para que las mamás y su familia puedan despedirse de sus menores fallecidos.
Las tasas más altas de estos lamentables casos son Guanajuato, Aguascalientes y el Estado de México, sin embargo, es un tema de alcance nacional.
En la actualidad no son las cifras lo que enriquece y hace eficaz una política pública o una medida articulada de las instituciones públicas y privadas; hoy la valía de una acción legislativa y conjunta de un gobierno con la sociedad versa en la calidez y atención humana que se ofrece ante una desgracia.
Apunte del consultor
El tema seguramente seguirá dando mucho de qué hablar en el Congreso mexicano, no se extrañe que en breve sea el propio Poder Legislativo en voz y propuesta de sus legisladoras las que diseñen y propongan junto con las instituciones responsables y organizaciones civiles el Protocolo en comento.
@javoesquivel