Y se llevaron a cabo las elecciones en Estados Unidos. Como nunca antes, los mexicanos estuvimos pendientes del resultado electoral y como nunca, se desató una miríada de sentimientos y emociones que iniciaron desde la certeza por ver a una mujer en la Casa Blanca, alegría que se convirtió en incredulidad hasta llegar, después de una larga jornada, al enojo, preocupación y miedo.
Dos candidatos, Hillary Clinton y Donald Trump representaron una clara división ideológica, demócratas liberales versus republicanos. Conservadores como pilares del sistema político norteamericano. La elección del país más poderoso del mundo provocó, y refuerza, un giro a la perspectiva de la democracia en el mundo occidental. Se suma al Brexit, el año de inestabilidad política en España, el rechazo a los Acuerdos de Paz en Colombia, entre otros casos.
La democracia representativa en América está agotada. En democracia la voluntad del pueblo es sagrada, pero no siempre deja en buen lugar a quienes la ejercen. Y eso es lo que sucedió el pasado “martes negro” en Estados Unidos, un resultado inesperado: Donald Trump presidente electo. Mucha tinta ha corrido y seguirá corriendo para encontrar razones o explicaciones de ello.
Al igual que muchos articulistas, para mí el panorama se vislumbra infernal -el averno: lugar del castigo eterno- solo basta revisar su biografía, su personalidad mesiánica cargada de emotividad irracional; sus desplantes y obsesión contra lo diferente -mexicanos, musulmanes, negros, añoranza de la grandeza de la “América blanca”; la conformación de su gabinete sin diversidad en color, raza, género y edad; la concentración del poder político en una sola persona; y la reacción de sus seguidores agrediendo a los que Trump vilipendió. El futuro Comandante en Jefe, canalizó las frustraciones y los resentimientos de la mitad de la población estadounidense ante la pérdida del “sueño americano” por sus carencias económicas, de salud, trabajo y educación culpando a los que llegaron.
Para entender “el día después de la elección”, planteo algunas claves:
1.Política
-En materia electoral, tendrá que repensar su sistema político electoral.
-El discurso mediático y populista manejó las emociones con éxitoy penetró.
-El voto oculto reflejó el hartazgo ciudadano con los políticos profesionales.
-El “blanco” venido a menos salió a votar frente a un electorado irresponsable que hoy se manifiesta en las calles.
2.Social
-Dos posiciones resultaron irreconciliables y polarizaron a la clase media.
-Racismo: culpó a los mexicanos de la pérdida del poder adquisitivo de los blancos
-En riesgo los derechos humanos de los homosexuales y de las mujeres para decidir.
-La misoginia, aversión a las mujeres que también habita en las mujeres, influyó.
3.Economía binacional
Estados Unidos y México son países integrados por su extensa frontera; con fuertes lazos comerciales; con 35 millones de mexicanos; con problemas a resolver sobre droga y seguridad.
-Impacto en el tipo de cambio; crecimiento estimado se reduce a 1.8%; caída de 4.7% en BMV; se prevé suban las tasas de interés.
-Freno a las inversiones estadounidenses en el sector automotriz mexicano -amenaza de imponer tasa de 35% a los productos armados en México-.
-Las remesas enviadas, segunda fuente de divisas, y temor a la deportación de trabajadores indocumentados.
¡Se ha minado la credibilidad política! Ahora, como nunca, hay que retomar el camino hacia las libertades emprendidas por Abraham Lincoln y Martin Luther King, en el respeto a los derechos humanos de negros, mujeres, minorías y los diferentes.
Esta elección comprueba la decadencia del sistema democrático de Estados Unidos. Hoy, está colapsado y desde los escombros tiene que reconstruirse. Ante esto, México debe alzar el rostro con dignidad y firmeza, o ¿seguiremos siendo vecinos distantes?
Por: Patricia Espinosa Torres