El pasado 1 de diciembre el presidente del Consejo de Administración del Banco de Pagos Internacionales (BIS), Jens Weidmann, comunicó al gobernador del Banco de México, Agustín Carstens que el consejo que él preside, había decidido designarlo como gerente general a partir del 1 de octubre de 2017 por un período de cinco años.

El BIS esta ubicado en Basilea, Suiza, agrupa a 60 bancos centrales que representan aproximadamente el 95% del Producto Interno Bruto mundial, de manera que se trata de una institución financiera con una alta influencia en el mundo de las finanzas internacionales.

Carstens asumió el cargo de gobernador del Banco de México el 1 de junio de 2010 y fue ratificado en 2015 para ocupar dicho cargo hasta el 2021, tal como están previstos los ciclos en que se elige o se ratifica el puesto, es justo a la mitad de los períodos presidenciales.

¿Por qué la renuncia?

Resulta extraño que un burócrata que luchó desde 1980 por llegar al puesto más honroso de alguien que se especializa en las finanzas públicas, de pronto renuncie y no concluya con la encomienda que le confió la nación.

Sucede este hecho en medio de un escenario que acumula la devaluación más grande desde la década de los ochenta – en el momento en que anuncia su renuncia, el dólar estaba en 21.05 pesos -, un crecimiento económico menor al promedio de las economías emergentes y desarrolladas en los últimos cuatro años, la deuda interna representa casi 50 por ciento del PIB, la quiebra tecnológica y financiera de Pemex, el agotamiento del manto petrolero que nos dio de comer por 40 años, que ha generado, junto a la caída del precio del barril, que en 2016 los ingresos petroleros representen 13 por ciento contra más de 40 por ciento que representaba en 2012, y con ello, el riesgo inminente de una crisis energética, que nos llevará a importar 100 por ciento de gasolina y a incrementos de combustibles en consecuencia indexados a la paridad del dólar, que impactará en el poder adquisitivo y en consecuencia en el deterioro de la demanda interna.

A lo anterior se suma la amenaza que representan los resultados de las recientes elecciones presidenciales de USA, en cuanto a la probable disminución de remesas y a la expulsión de una importante migrantes que demandaran empleo, servicios, etc.

Carstens deja su puesto y su país con la inevitable guerra contra las nuevas amenazas que representan el narcotráfico, el tráfico de armas, de personas y el lavado de dinero, a las que hay que agregar una corrupción galopante y el quebranto financiero de varios estados que se encuentran sobre endeudados.

Finalmente, las políticas económicas actuales han hecho regresar justo al esquema de los ochenta, cuando el poder adquisitivo se perdió de una forma galopante concentrando la riqueza en 10 por ciento de la población. Un problema de carácter económico que sigue sin solución y que guarda detrás riesgos que podrían desembocar en estallidos sociales.

El Banco de México en 1994 se convirtió en una institución independiente justamente para proteger a las finanzas públicas de la nación de las discrecionalidades presidenciales en turno. De tal forma, que éste puesto se convirtió en el contrapeso del presidente y del secretario de Hacienda en turno. Ésta renuncia se da una semanas después del cambio de éste último.

Un puesto como el que le han ofrecido debió tener acercamientos previos. No es de la noche a la mañana que una institución como el BIS tome una decisión de ésta naturaleza e importancia  de pronto. Deben existir protocolos que uno supone ponen en alerta a las autoridades del país del candidato. Ni modo que descabecen a un banco central así nada mas, como se anunció.

Carstens es sin duda un funcionario que disfruta de lo que muy pocos, goza de un alto prestigio y de la confianza de la opinión pública. Continuar en el puesto le obligaría a enfrentar la sucesión presidencial en un escenario de una alta debilidad económica. Así mismo, sea cual sea el resultado final de la presente administración, que no va a ser bueno, formaría parte de su currículo y entre otras cosas tendría que cargar con asuntos como el no haber actuado con más firmeza contra los capitales especuladores, contra el lavado de dinero y ser el gobernador que, desde 1994, entregaría unas reservas menores a las que recibió.

Su nombramiento en el BIS y su renuncia, resultan tan convenientes para su trayectoria profesional, pero tan desafortunados para el prestigio que ganó durante 36 años de carrera que le pagamos con nuestros impuestos.Tan conveniente resulta, que llega justo en el momento en que aparecen las consecuencias de las incompetencias de las políticas hacendarias y económicas de la actual administración federal.

Su renuncia anunciada con tantos meses de anticipación, lo libera de las presiones que aguardan al dólar y a la economía en 2017, también le da la oportunidad al proceso de selección y asignación de su sucesor, a quien le va tocar, igual que al sustituto de Videgaray, entrarle a una papa no caliente, sino a punto de incendiarse. ¿Por qué no acelerar su salida? ¿Somos acaso lacayos de la agenda del BIS?

La Patria enfrenta una nueva crisis económica, aunque no se quiera reconocer y con altas probabilidades de ponerse peor en el 2017 y habrá que entrarle con más trabajo y con más entusiasmo.

Le deseamos que le vaya bien al Sr. Carstens en Suiza.