En días pasados me encontraba en la noche caminando por el centro de San Juan del Río y fue para mí una agradable sorpresa ver como las actuales autoridades municipales se han preocupado por iluminar a la ciudad y hacerla más atractiva y más segura, sobretodo esta última situación que es sumamente compleja en las actuales circunstancias que estamos viviendo.
Una ciudad iluminada invita a la seguridad, a la tranquilidad, a poder caminar sin tanto peligro, y ahora vemos a nuestra ciudad un poco más iluminada. Cabe hacer mención que caminar por nuestras calles virreinales es un privilegio que muchas veces pasa desapercibido, primeramente, por lo oscuro de las calles y segundo por la seguridad, ya que es en la noche donde muchas veces se comenten muchos hechos delictuosos, sin embargo, el caminar en una calle bien iluminada es una sensación muy agradable de tranquilidad y de ver lo que contienen muchas de nuestras calles de manera diferente.
En siglos pasados era común como nuestras calles se iluminaban con faroles o con hachones para que las personas, si era necesario, salieran por la noche. Todavía hasta hace poco se conservaban unos pequeños faroles en una de las casas virreinales de la calle de 16 de septiembre, haciendo recuerdo de lo comentado.
Recordemos que las personas no tenían los mismos horarios que la mayoría de nosotros tenemos, nuestros horarios actuales, se ajustan más a situaciones laborales o a necesidades de muchos de nosotros que aplicamos a los demás, que a una realidad de nuestra vida.
Así las cosas, por mucho tiempo los habitantes de la ciudad se quedaban en casa después de toque de las ocho de la noche, es decir del toque de campanas de las iglesias, y que ahora casi ha desaparecido de nuestras ciudades. A partir de esa hora casi no había personas en la calle, pero más, sin embargo, las personas madrugaban mucho. Tres o cuatro de la madrugada era un horario a veces hasta normal durante siglos, porque las personas iban a cumplir con labores muy de temprano o acudían a devociones como ir a la misa que en muchos lugares la primera celebración se realizaba a las cinco de la mañana. De ahí la necesidad de que las calles de las ciudades estuvieran iluminadas.
Hasta mediados del siglo pasado, las ciudades comenzaron a iluminarse con la energía eléctrica como ahora las vemos, sin embargo, muchas veces no eran las suficientes luminarias para que las ciudades quedaran iluminadas. Es de reconocer que también en muchos lugares, y en San Juan del Río sucedió lo mismo, se iluminaron muchos edificios, pero no se iluminaban las calles.
Ahora con el avance de la tecnología, las actuales luminarias permiten generar más luz, consumen menos energía eléctrica y son, como dicen los expertos, hasta ecológicas.
Yo espero que nuestras autoridades puedan seguir iluminando nuestras calles, pero también nuestros edificios, y hacer de la ciudad un espacio más agradable para todos, no solo en el día sino también por las noches. Pero también implica una responsabilidad social en donde los ciudadanos tenemos que cuidar los elementos colocados y conservarlos como debe de ser. San Juan del Río y las demás ciudades son signas de disfrutar.
Mención complementaria: Ha comenzado la temporada de primavera y muchas de nuestras ciudades se llenan de color por las flores propias de esta temporada; un caso en especial son los árboles de jacaranda, que hacen de nuestras ciudades un paisaje de árboles con flores de un color violeta muy hermosas; ojalá se conserven este tipo de árboles y se puedan reproducir esta belleza que según lo leído viene del Japón.