La imagen urbana es muy importante, no podemos imaginar una ciudad que no tenga su propia identidad y mucho menos que tenga una imagen urbana que se nos olvide. Siempre recordamos las ciudades por algo que nos impacta, para bien o para mal.
Es, por así decirlo, la cara de cada ciudad, el reflejo que permanece en nuestra mente y fotografías, puede ser por algún elemento único o una constante en cada una de sus vialidades y espacios públicos, puede estar conformada por características físicas o por elementos culturales, pero lo más importante es que la imagen urbana permanece y la ciudadanía se apropia de ella.
Aquí viene el punto de hoy. En últimos años, los asesores de mercadotecnia les han recomendado a los políticos que, para permanecer en la mente de la ciudadanía, deben invertir en publicidad para cada programa, obra o acción que se lleve a cabo desde el quehacer gubernamental. Es así que vemos carteleras por todos lados, con un costo que oscila entre 8,000 y 17,000 pesos según sus dimensiones. Es posible notarlas, una tras otra alterando la imagen urbana con el único fin de dar a conocer las acciones e indirectamente al gobernante que logró la gestión.
Asimismo, en la obra pública es muy notorio, y en ocasiones llega a ser molesto, que en cualquier punto encontremos el logotipo de la administración responsable de la obra o los colores del partido político del que emanó el (la) gobernante, en su mayoría buscando que la ciudadanía recuerde en qué período se realizó la construcción.
La colocación de esos logotipos es estratégica y a veces discreta, pero en otras ocasiones resulta tan parlante que, si la ciudadanía quisiera, sería imposible retirar el logo sin alterar la construcción. Ejemplos hay miles, basta caminar por la calle y en menos de 500 m de recorrido usted podría encontrar alguno.
Retomando el tema de imagen urbana, me permito traer a la reflexión que, mientras se colocan logotipos que tuvieron vida durante 3 o 6 años, la ciudad permanece, y quedará para la posteridad un logo que ya no tiene ninguna vigencia. La ciudad permanece y vive mientras los logotipos van y vienen; respetuosamente sugiero que se utilice la heráldica como identidad municipal.