Todo en calma. Domingo 26 de noviembre antes de la media noche, circula en redes sociales la versión no confirmada de que José Antonio Meade Kuribreña será el candidato presidencial ante su renuncia de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), el día 27 a las 10 de la mañana.
Operan los cambios estratégicos y en su lugar, José Antonio González Anaya, director general de Pemex, egresado de Harvard, asumiría la SHCP.
Anuncia de manera inminente el regreso de los tecnócratas. Aquel grupo selecto de intelectuales con estudios en el extranjero que fortalezcan el sector financiero del país.
Determinante resulta la declaración que ofrecerá a los medios de comunicación el presidente Enrique Peña Nieto en Los Pinos, sobre los cambios en el gabinete. Se rumora que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, se baja del ring para ir en unidad por la carrera por la grande.
Parece que el PRI definió una persona para la sucesión, al parecer no tan despistado. Está en la mesa de discusión del nuevo gobernador del Banco de México y para lo que, nuevamente dicen, será sorpresivo el nombrar de último momento a Meade en sustitución del magnánimo Agustín Carstens.
Empieza a las 11 de la mañana el comunicado de la presidencia y en efecto Meade se despide con gran efusividad del presidente Peña mientras recibe aplausos de los asistentes y una calurosa señal de apoyo. Más que una renuncia fue el emprender una aspiración por delante de las urnas.
La gran interrogante no es quién es el candidato a la presidencia de la república por el PRI; la pregunta es quién dirigirá la maquinaria priista rumbo al 2018. ¿Realmente Enrique Ochoa tendrá el liderazgo para conducir al abanderado a la victoria?
Considero que el partido tricolor necesita una renovación de forma y fondo. Como hubiera propuesto don Jesús Reyes Heroles. La disputa por el Ejecutivo federal implica una visión incluyente, propuesta y compromiso; el PRI debe sumar en todos los estados para actuar bajo una misma meta; menos “grilla” y sanar los rezagos de este instituto político es lo idóneo.