Sergio Arellano/Asesor en Derechos Humanos
@siarellano5
La actividad humana siempre se relacionará con la interacción o la comunicación para lograr determinada finalidad. Bien decían los filósofos griegos que somos animales políticos por naturaleza gracias a que tenemos la necesidad de negociar las bases mínimas de convivencia, por lo que el conflicto o la disidencia siempre serán un ingrediente fundamental en toda sociedad dado que tenemos diferentes formas de pensar.
En esa lógica, estimada o estimado lector, nuestros problemas van avanzando conforme evoluciona el acontecer, por ejemplo, actualmente, no se tiene la misma penalidad para el robo que en los años cuarenta; así las cosas, tenemos la seguridad de que los mecanismos para resolver controversias también han cambiado.
En la última década se ha hecho un esfuerzo legislativo para implementar un modelo de mecanismo alternos que permita una solución pacífica y cordial de todas aquellas situaciones que necesiten de un tercero puesto que las partes no son capaces de llegar a un acuerdo. Una vez reconocida esta premisa, puedo afirmar que la población sigue desconfiando de este tipo de intervenciones toda vez que los conciliadores o facilitadores, se comportan como parte del sistema burocrático o simplemente, no existe un deseo por avenir entre los involucrados.
Desde este punto de vista, conviene resaltar e insistir sobre la pertinencia de someterse a estos esquemas de diálogo en virtud de que los procedimientos judiciales son largos, costosos y desgastantes para cualquier persona; invariablemente, tiene que ofrecerse en un ambiente propicio que ofrezca seguridad, tranquilidad e imparcialidad, procurando una serie de técnicas que permitan una comunicación efectiva para lograr una reparación integral del daño causado. Sirva esta oportunidad para comprometernos -sociedad civil y gobierno- con la unión colectiva que tanto nos hace falta como país.