Que a esta columna se le haya llamado ‘El Segundo Aviso’ es en relación a los tres avisos que se le mandan al matador en caso de no poder darle muerte a su enemigo. En este caso, los avisos a los que me refiero son para la llamada ‘fiesta brava’, esa fiesta que cada vez ve más cerca su final y que los que de algún modo están comprometidos e inmersos en ella, no dan señales de querer rescatarla.
Prueba de esto son los datos que fueron publicados en días pasados y que de una manera fría nos muestran cómo, poco a apoco, los festejos taurinos en nuestro país son cada vez menos. En 2015 fueron 507, para 2016 ya solo fueron 456 (51 menos) y para el cierre de 2017 solo se celebraron 420 (36 menos que el año anterior). Estos datos corresponden a corridas de toros, novilladas y corridas de rejones. Sin embargo, ya analizando las anteriores cifras a detalle, se detecta que lo delicado de esta situación está en el número de novilladas que se están dando, 164 durante 2015 y solo 102 al cierre de 2017. En estos dos años se ha presentado un decremento constante de 31 tardes por año, situación altamente preocupante, porque es a través de este tipo de festejos como se forman los futuros matadores de toros.
Los datos duros no terminan ahí. Revisando el escalafón taurino novilleril 2017, encontramos que de los primeros 10 de la lista, el primero tiene 30 novilladas toreadas y el décimo, solo ocho festejos. De estos 10, únicamente tres partieron plaza entre 30 y 20 tardes, cinco entre 20 y 10 ocasiones en el año y solo dos con nueve festejos o menos. Llama la atención el número tan importante de jóvenes que sueñan con llegar a ser matadores de toros y solo tienen entre uno y dos festejos toreados al año.
Como análisis final, podríamos deducir que la baraja taurina mexicana tiene escasas posibilidades de renovarse, primeramente porque de 115 chavales que están registrados en el escalafón, solo ocho fueron los realmente tomados en cuenta de una manera constante por las empresas; por otro lado, de seguir esa constante que se presenta en el decremento de novilladas, menos serán las oportunidades de que se les puedan llegar a presentar.