El mundo vive uno de sus peores momentos porque a pesar de las constantes peticiones para evitar un cataclismo el ser humano es cada día más criminal porque le da lo mismo asesinar a un congénere o a la naturaleza.
A los dueños del mundo: Donald Trump (Estados Unidos), Vladimir Putin (Rusia) y Xi Jinping (China) no les importa provocar o no una guerra más porque se ha demostrado que el conflicto bélico es el que más ganancias deja.
Ellos (los dueños) gritan y sus vasallos enseguida, corren a cumplir las órdenes para seguir ganando prebendas o sino caen en desgracia como paso recientemente en Colombia con algunos miembros de la Corte Suprema de Justicia, a quienes se les quitó la visa para viajar a los Estados Unidos, por parte del gobierno de Trump.
La razón principal fue no aprobar las objeciones a la Justicia Especial de Paz (JEP) creada como herramienta para solventar el proceso de paz firmado por el expresidente Juan Manuel Santos con las Fuerzas Armadas Revoluciones de Colombia (Farc), tras 50 años de conflicto interno, que no es bien visto por el actual mandatario Iván Duque, allegado al expresidente Álvaro Uribe, un mini Trump que busca solucionar todo a través de las armas.
La conformación de grupos disidentes de las Farc y la consolidación de la guerrilla del Eln, que cuando se sienten acosados por militares de Colombia huyen a Venezuela, a pasar ‘vacaciones’ se convirtió en un motivo que impide la consolidación del proceso de paz y si a ello se le suma la crisis migratoria, del que fuera unos de los países más ricos del mundo; se consigue que la frontera colombo venezolana, especialmente la que limita con el Norte de Santander, se convierta en un polvorín, donde se ubican grupos de delincuentes sanguinarios de ambos países, paramilitares y colectivos fieles a Nicolás Maduro, que no dudan en desaparecer a sus rivales.
Lo único cierto, por ahora, es que se descartó en un alto porcentaje una intervención militar a Venezuela y con ello que el país sudamericano se convierta en otra Siria.