Para combatir la pobreza en nuestro país o en el extranjero, proporcionamos dinero en efectivo, alimentos, agua limpia y servicios de salud… todo eso es importante, pero, un nuevo y creciente conjunto de pruebas sugiere que la necesidad más fundamental podría ser menos tangible. La esperanza.
Cuando la ayuda rompe con el ciclo de la pobreza, con frecuencia parece que el mecanismo consiste en aumentar la confianza y producir una nueva percepción de posibilidades que hace que las personas se esfuercen más por alcanzar.
Me encuentro en mi travesía anual de gánate-un-viaje, en la que elijo a un estudiante (este año fue Mia Armstrong de la Universidad Estatal de Arizona) para llevarlo a un viaje de investigación y estudiar la pobreza y cómo enfrentarnos a ella. Nos hemos deslizado por caminos lodosos y hemos vadeado cuerpos de agua para llegar a este poblado alejado al norte de Paraguay y observar una estrategia de ayuda que ha demostrado ser sorprendentemente exitosa, porque les da a las familias una esperanza renovada.
Se llama Estrategia de la Graduación, porque la idea es que las personas se gradúen de la pobreza, no solo que se atiendan sus síntomas. En 2015, los primeros resultados de una prueba global aleatoria causaron revuelo, pues demostraron que había una rentabilidad de hasta un 433 por ciento (¡iguala eso, fondo de cobertura!) y ahora estamos empezando a obtener resultados igualmente sorprendentes al cabo de diez años.
La Estrategia de la Graduación identifica a las personas más pobres y les proporciona una vaca o les ayuda a emprender un pequeño negocio, además de darles asesoría, un mecanismo de ahorro y otro tipo de apoyos. En ocasiones, quienes participan parecen renacer. Obtienen un ingreso que no solo proviene de su vaca o su negocio, sino también de su salud mental mejorada y de su trabajo más arduo en proyectos no relacionados.
En este poblado indígena conocimos a Elodia Solano, de 40 años, una mujer delgada con cabello largo y negro que enmarca su rostro alargado. Hace años, la pobreza la hizo caer en la trampa de la desesperanza. Su esposo la abandonó por otra mujer, así que los pobladores se burlaron de ella. Estaba deprimida y derrotada, y casi se había dado por vencida.
Entonces, la Estrategia de la Graduación llegó al poblado y la animaron a emprender un negocio de elaboración de canastas y bolsos de mano para venderlos en la lejana capital, Asunción. A Elodia, un boleto redondo de autobús hasta Asunción le cuesta catorce dólares, pero ahí puede vender la pila de canastas en más de 100 dólares.