Francisco Pájaro Anaya
Este fin de semana, nuestra ciudad recibirá a miles de queretanos, que como año tras año se dirigen caminando a la Insigne y Nacional Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe en la Ciudad de México, dos grandes columnas arribarán a nuestra ciudad tanto el día domingo, como el día lunes de esta semana que comienza. Una columna procede de la Sierra Gorda de Querétaro y otra de la ciudad de Santiago de Querétaro, las cuales se reúnen en esta ciudad y parten en una sola fila para lograr su objetivo y postrarse delante de los pies de la santísima Virgen de Guadalupe.
Esta peregrinación de queretanos surge a finales del siglo XIX, en donde a invitación del Obispo Rafael Sabás Camacho se inicia una peregrinación a la entonces Colegiata de Guadalupe, esto para el año de 1886. Desde esa época nunca se ha suspendido esta costumbre tan arraigada en el pueblo queretano; aunque en algunas ocasiones se ha visto limitada como en las persecuciones religiosas o en la época revolucionaria, siempre ha existido un contingente de queretanos que llegan hasta la Ciudad de México para cumplir con la promesa de visitar a la Virgen.
Revisando algunos documentos, encontré un pequeño texto que se llama “Apuntes de un Peregrino”, mismo que fue escrito por el ilustre sanjuanense Alfredo Coellar Gómez, este documento escrito en 1952, nos narra todo el camino que los peregrinos hacen hasta llegar a la Basílica de Guadalupe en esas épocas. Quiero transcribir solamente como llegaban a San Juan del Río y como era narrado en su momento esta recepción, cabe mencionar que la llegada de los peregrinos era el día 24 de junio, aniversario de la fundación de la ciudad y el día mismo de la fiesta del santo patrono San Juan Bautista:
“San Juan del Río se viste de gala para festejar a su santo patrono, hay feria en grande, kermeses, carreras de caballos, “tapadas” de gallos, encuentros deportivos, baile de coronación de la reina y corridas de toros de “postín”, como que San Juan tiene magnificas ganaderías, a donde van en temporadas de descanso o de entrenamiento los más famosos matadores de toros. Viajes especiales de turismo y de autobuses, de ferrocarriles y de infinidad de coches particulares, llevan a la feria de San Juan del Río a personas de todas partes.
Pero, para los del pueblo, lo más importante es la llegada de los peregrinos: Por la carretera de Tequisquiapan los que vienen de la sierra, con seis días de camino y por la de Querétaro la peregrinación oficial, que descansa en la Estancia, a donde se les lleva víveres, fruta y refrescos como demostración de simpatía.
En la tarde hacen su entrada triunfal, en valla formada por miles de vecinos que los reciben con verdadero entusiasmo, valla que cubre su recorrido desde la Venta hasta la Parroquia, en la plaza principal. El templo luce esplendoroso, su trono labrado en cantera rosa, la custodia monumental y la corona y cetro de la Virgen de Guadalupe, joyas valiosísimas, cubiertas de piedras preciosas, que parecen tener luz interior a juzgar por la viveza y nitidez de sus vivos. Las campanas sonoras y alegres como pocas, en el idioma universal del bronce, saludan jubilosas a los peregrinos guadalupanos que, en nombre del legendario y católico Querétaro, llevan al Tepeyac un mensaje de amor, de gratitud y de esperanza”. Hasta aquí la narración.