No soy el único a quien le parece extraño que la dirigencia republicana pierda la cabeza por la forma en que Donald Trump ha traicionado a los kurdos de Siria
Thomas Friedman
Con seguridad no soy el único a quien le parece extraño que la dirigencia republicana pierda la cabeza (con toda razón) por la forma en que el presidente Donald Trump ha traicionado a los kurdos de Siria, pero no haga nada con respecto a la afrenta interna del presidente contra la Constitución estadounidense.
Si tan solo Lindsey Graham y sus secuaces saltaran a defender nuestra democracia con la misma presteza que a los kurdos.
Pero bueno, ese es otro tema. Si alguien cree que la orden del presidente Trump de retirar tropas estadounidenses de Siria hará más explosiva la situación en Medio Oriente, está en lo correcto.
Claro que la situación va mucho más allá. Esos soldados también ayudaban a bloquear los avances de Irán en la construcción de un puente terrestre entre Teherán y Beirut con el que pretende apretar más el lazo para asfixiar a Israel, así que retirarlos podría contribuir a que estalle la incipiente guerra entre Irán e Israel.
Hoy en día, esta es la noticia de verdadera importancia sobre el Medio Oriente. Veamos cómo llegamos a este punto. En las primeras horas del 14 de septiembre, la fuerza aérea iraní desplegó unos 20 drones y misiles de crucero hacia uno de los campos petroleros e instalaciones de procesamiento más importantes de Arabia Saudita.
Los drones y misiles de crucero volaron tan bajo y evadieron la detección con tal éxito, que ni el radar saudita ni el estadounidense registraron su despegue ni el ataque inminente.
Algunos estrategas israelíes argumentan que este ataque sorpresa podría ser el ‘Pearl Harbor’ de Medio Oriente. ¿Acaso exageran? Quizá no. Quienquiera que haya sido la mente maestra de Irán que concibió la idea de este aventurado ataque aéreo, de seguro acaba de recibir un aumento de salario significativo.
No podría haber resultado mejor. Ahora, en todas las capitales árabes y en Israel se escucha la misma palabra que nuestros asistentes automáticos de conducción repiten sin cesar cuando el automóvil se desvía de repente de la ruta planeada: “Recalculando”.