La inmensa cantidad de sentimientos y anhelos que emerge un movimiento son traídos desde las deudas históricas
Mishelle Miranda
La inmensa cantidad de sentimientos y anhelos que emerge un movimiento son traídos desde las deudas históricas que tenemos con las personas que se manifiestan y con sus causas que por supuesto justas; tienen el objetivo modificar circunstancias actuales para seguir avanzando en el ejercicio sus derechos.
El impacto que estas causas producen, despierta a la acción, moviliza, camina… Lo anterior facilita la construcción de una identidad colectiva y manifiesta una denuncia. Hoy quiero comenzar esta columna que estaré preparando para ustedes con mucho entusiasmo, desde una mirada plural, desde el reconocimiento del otro, propiciando el debate y el análisis con uno de los temas que ha conmovido y paralizado a México en los últimos días.
La urgencia nacional; los feminicidios, la oleada de violencia que no solo se da en espacios públicos y que tampoco es exclusiva de los criminales; surge con un énfasis peligroso y que lastima mucho, ya que se originan solo por el hecho de ser mujer. Estas tragedias se suscitan desde el interior de sus hogares, con personas usualmente conocidas. El feminicidio se dirige a niñas, jóvenes, madres de familia, profesionistas… no distingue una clase social, de cultura o de religión.
En esta lucha, estamos vertidos como comunidad y somos responsables por que las mujeres asesinadas no hacen una distinción por ideologías ni creencias. Una mujer sin vida es el detonante de la brecha que se ha creado de respeto, reconocimiento e igualdad.
Por ello, aplaudo la suma y el acompañamiento a este Paro Nacional del 9 de marzo, a todas las instituciones, órdenes de Gobierno, liderazgos sociales, medios de comunicación y sectores privados que se solidarizarán y se adhieren a esta lucha. Por primera vez en muchos años, se entiende que a la mujer sí se le mira distinto, que aún nos debemos certeza y seguridad en las calles, que en nuestro país nos están matando.
El Paro del 9 de marzo, es por las que ya no están, por las que no pueden gritar, por las que ya no pueden exigir, por las que antes de poder defenderse y saber que sucedía, les fue arrebatada su vida.