Mario Maraboto
“Me dejo de llamar Andrés Manuel si no terminamos (de construir Santa Lucía) el 21 de marzo de 2022”, afirmó el actual presidente de México en enero de 2019, luego de cancelar definitivamente la construcción del aeropuerto que se construía en Texcoco. La construcción del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA) inició el 29 de abril de ese año y aunque el 12 de junio se suspendió por orden de un juez al no haber presentado los estudios ambientales respectivos, la obra oficialmente arrancó en octubre 17.
El aeropuerto de Texcoco se canceló entre otras razones debido a que “el costo de la construcción se elevó considerablemente” y a que “no consideraron obras de infraestructura urbana”, según dijo el entonces Secretario de Comunicaciones y Transportes; curiosamente el AIFA que el presidente dijo en octubre tendría “un costo máximo de 75 mil millones de pesos” parece que terminará costando 116 mil millones (sin considerar el costo de la cancelación en Texcoco), y siguen pendientes obras de infraestructura tanto alrededor del aeropuerto como en vías de comunicación (ya planean llevar pasajeros en helicóptero).
Del AIFA se dice “internacional” cuando al parecer no tiene ninguna certificación internacional al respecto, y a pesar de que en mayo del año pasado la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA) degradó a la aviación civil mexicana por incumplir con las normas de seguridad estipuladas por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) debido a que “las leyes o regulaciones del país carecen de los requisitos necesarios para supervisar a las compañías aéreas del país de acuerdo con las normas internacionales mínimas de seguridad” y a que “la autoridad tiene carencias en una o más áreas tales como experiencia técnica, personal capacitado, o resolución de problemas de seguridad”.
La única aerolínea internacional registrada para operar en el AIFA, es la venezolana Conviasa, línea estatal basada en Maiquetía, entre cuyos antecedentes, en abril de 2012, la Unión Europea le prohibió operar en su espacio aéreo por problemas de seguridad, hasta que le levantó el veto en 2013, y en febrero de 2020 el gobierno de Estados Unidos la sancionó restringiendo su paso por su territorio.
Ayer se inauguró el AIFA, un aeropuerto del tamaño que tenía el Benito Juárez en los años 70 en que me tocaba cubrir la fuente aeroportuaria. Ahora viene la hora de la verdad: ver si en efecto la triada de aeropuertos (AIFA, AICM y Toluca) pueden operar simultáneamente de forma segura, preocupación de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), manifiesta en un boletín de febrero del año pasado, en el que refiere que aunque el gobierno mexicano ha mencionado varias ciudades en las que operan dos o tres aeropuertos simultáneamente, la Ciudad de México “tiene una geografía y meteorología diferentes, como lo han dicho entidades internacionales como MITRE”, además de que “cuando se construye un aeropuerto, muchos estudios tienen que demostrar la razonabilidad científica de dicho aeropuerto. Para Santa Lucía no hay”.
El Presidente y Director General de la IATA, Alexandre de Juniac expresó que “La implementación de una solución de tres aeropuertos presenta grandes desafíos técnicos y comerciales. Los tres aeropuertos están muy cerca, en terrenos montañosos y a gran altura, lo que restringe las pistas de aterrizaje y despegue; las orientaciones de las pistas no son paralelas, lo que dificulta la tarea, y las temperaturas estacionales altas son un desafío técnico adicional, poniendo en jaque las operaciones seguras y eficientes. La seguridad nunca debe ser comprometida.”
Así pues, el presidente se seguirá llamando Andrés Manuel y parece que la única forma en que podrá incrementar las operaciones del AIFA será seguir presionando para cancelar operaciones de algunas aerolíneas en el AICM. Esperemos que las operaciones aéreas en el Valle de México se realicen en forma segura y sin incidentes.