Mario Maraboto
¿Se han fijado en el tono de voz de Claudia Sheinbaum en un spot que finaliza “Que viva México”’? La tercera arenga suena aburrida, como diciendo “ya chole”. Por el contrario, en el spot del partido verde su voz en el grito final “Que viva el partido verde” es de gran entusiasmo. ¿Le entusiasma más el partido que el país?
Dicen los expertos que la voz dice mucho de la personalidad de quien habla y de hecho, durante años recientes, se han desarrollado estudios que relacionan voz y personalidad que dicen que la voz esconde rasgos de personalidad y que puede reflejar posturas inconscientes dejando entrever que la voz puede encerrar diferentes personalidades.
Sheinbaum tiene diferentes tonos de voz en sus spots grabados y en sus intervenciones públicas, pero en general su voz es monótona, gris y poco expresiva; su tono de voz la traiciona cuando habla del país o del pueblo, contrario a cuando repite las frases o críticas de AMLO. En su reciente columna, Guadalupe Loaeza describe esa voz como “desprovista de emoción, plana, metálica y sin fuerza… simplemente resulta desagradable, pero sobre todo falsa, porque puja”.
El psicoanalista Malden Dolar, autor del libro “A Voice and Nothing More” (MIT Press) realizó un estudio de la voz en sus dimensiones lingüística, metafísica, física, ética y política, y sostiene que a través de la voz se pueden revelar tres tipos de “yo”: el que queremos parecer, el que ocultamos, e incluso uno que aún no conocemos y que eventualmente sale sorpresivamente a la luz.
La pregunta es cuál yo interno ha revelado la voz de Sheinbaum a lo largo de los últimos cinco años. ¿Ha proyectado la voz de la científica que domina el tema ambiental? ¿Ha sido la voz del yo que se quiere parecer a su mentor y actual jefe de campaña? ¿es la voz de un yo que oculta deliberadamente para no descubrirse como déspota autoritaria y ególatra? O ¿es la voz de un yo que ni ella misma conoce al momento y que podría sorprenderla tanto como a sus seguidores y detractores?
En su inicio como Jefa de Gobierno en la CDMX, su voz proyectaba palabras que la hacían ver como una política centrada, tolerante a la crítica e inclusive con un pensamiento independiente del gobierno federal, como lo hizo en el caso de las decisiones tomadas ante la pandemia del Covid-19 y que llegó a cuestionar la gestión del doctor responsable de la gestión de la pandemia.
Luego de la derrota en la Ciudad de México en las elecciones del 2021, su voz y sus mensajes empezaron a mostrar una pérdida de personalidad mimetizándose con AMLO, aceptando la obediencia por conveniencia.
Su tono de voz cambió para que sus mensajes sonaran similares a los de su popular jefe; en vez de conciliar y negociar ha preferido insultar, agredir y hasta sugerir cómo actuar. Basta recordar cuatro momentos: el reclamo belicoso a Alfonso Durazo por “el piso parejo”, la respuesta a un reportero por una pregunta incómoda (“está muy violenta la entrevista”), la forma en que despreció a un seguidor que la quería saludar a bordo de su camioneta, y su reacción ante el intento de abrazo de su correligionaria Clara Brugada al inicio de su campaña formal.
Conocer la naturaleza y las características de la voz de una persona ante distintas circunstancias, da una pauta de lo que se puede esperar de la persona al asumir un cierto nivel de autoridad. ¿Qué proyectará la voz de Sheinbaum si gana la presidencia, pero, sobre todo, si la pierde? ¿Surgirá un yo que ni ella misma conoce?