Claudio Sarmiento
La Avenida 5 de Febrero ha sido escenario de dos posturas contrarias sobre el agua en la ciudad: el derecho a su provisión y a la prevención de desastres por su manejo.
Pareciera que las manifestaciones contra la recién aprobada Ley de Aguas que bloquearon 5 de Febrero y el anuncio de la obra de reingeniería hidráulica de la avenida sólo tienen el “agua” en común; sin embargo, la falta de visión encaminada a una gestión integral, remedial y sostenible del recurso hídrico vinculan al agua potable con la mitigación de inundaciones de la ciudad.
No sabemos si la razón de ser de la obra hídrica se deba a limitaciones presupuestales, técnicas o políticas, pero tampoco tenemos evidencia de que haya una estrategia regional del manejo del agua o de un esfuerzo por incorporar sistemas biológicos que permitan la captura, infiltración y tratamiento natural de las descargas pluviales.
Ejemplos y pautas abundan, incluyendo un manual de infraestructura verde de Hermosillo y varios programas a nivel nacional.
Más aún, la gestión pluvial sostenible abre la oportunidad para una obra holística que integre movilidad e infraestructura verde.
Las grandes excavaciones que se plantean hacer para alojar “megacisternas” pueden ser aprovechadas para averiguar los puntos de recarga de acuíferos, a la vez de poder realizar un rediseño vial al recubrirlas.
La verdadera regeneración no está en volver a construir prisiones de concreto sino en reconsiderar cómo estamos solucionando nuestros problemas urbanos.
MT