Roberto Mendoza
La seguridad de nosotros los mexicanos, desde hace ya más de 16 años ha estado en entredicho, las policías no pueden defendernos e incluso muchas se han pasado al lado de los delincuentes, hoy es muy difícil que cualquiera de nosotros confiemos en un policía. Como el gobierno en todas sus instancias de seguridad civil ha sido rebasado, esta administración se apoya en el ejército mexicano para darnos una respuesta, las tropas son queridas y respetadas y con su formación es más difícil que sean colonizadas enteramente por el crimen, aunque tenemos el caso de los famosos Zetas que eran fuerzas de élite entrenadas y capacitadas que se convirtieron en una banda criminal. Casi como primer acto de gobierno, el presidente Obrador eliminó la Policía Federal y creó una fuerza nueva que se supone iba a ser civil, llamada Guardia Nacional.
En su creación la Guardia Nacional sería conformada por ciudadanos, pero al presidente no le gustó esta idea porque cree que, a la larga, sería conquistada por la delincuencia, así que mediante una ley secundaría, la cambió de civil a militar mediante una adscripción administrativa, es decir hoy la Guardia Nacional es un apéndice del ejército; por un lado, no parece tan malo, porque los militares son confiables, por otro, los soldados no tienen un marco jurídico que los regule en su actuar. No es tan importante si las fuerzas armadas están mucho o poco tiempo en el barrio, pueblo o ciudad sino cuál es el fundamento y la motivación que van a cumplir en su encomienda para brindarnos seguridad.
Hace unos años, como legislador, el doctor César Camacho, intentó darles un marco jurídico, la llamada “Ley de Seguridad Interior”, que por diversos motivos fue considerada inconstitucional. Entonces seguimos igual, los soldados no deberían ser los primeros respondientes en un problema de seguridad pública que le afecte a usted o a mí, sino los policías, si lo hace, la milicia se arriesga a hacer algo que no esté regulado en sus funciones y por lo tanto violar la ley o aún peor, afrontar cosas que deberían hacer los policías pero con un sesgo de combate y esto puede causar hasta muertes, porque la principal función del militar es la acción, no la persuasión, ya ha pasado muchas veces, recientemente está el caso de la niña Heidi Mariana Pérez.
¿Cómo se podría evitar esto? Con una ley que regulara su acción, eso propuso la actual senadora Claudia Anaya en una iniciativa llamada “Ley para la disposición de la Fuerza Armada Permanente en tareas de Seguridad Pública”. Esta es una ley secundaría que regularía la actual ley de la Guardia Nacional. En ella se especifica claramente que debe hacer el ejército en su tarea de ayudar a la policía o en este caso a la Guardia Nacional, cómo actuar, porqué actuar, hasta donde debe tener acción, cómo capacitar a los miembros de la milicia y es muy clara, sólo estará en vigor “el tiempo que la constitución faculte a las fuerzas armadas permanentes para realizar actividades de seguridad pública”. Si usted tiene curiosidad de leerla aquí se la dejo: https://bit.ly/3rFBNSQ. Esta ley no se ha votado en contra, ni a favor, duerme en las comisiones para ver si algún día es rescatada y votada en el pleno del senado y luego en la cámara de diputados. ¿No será que obviamente, urge?
De fondo necesitamos una fuerza policiaca, cercana, capacitada, honesta, contundente y respetada, no la hay y no parece que este gobierno quiera tenerla, los soldados no deben ser policías, su función es otra, proteger al país, ser una fuerza aspiracional de respeto y hasta misticismo, la salvaguarda del nacionalismo y del patriotismo. Y mientras se definen estos importantes requisitos, la delincuencia gana y mucho, en lugar de contundencia recibe abrazos y nosotros, los balazos.