Yamile David
Hace algunos días escuché este término y llamó mi atención. Pregunté a qué se refería y me sorprendió la respuesta: mujeres criticamos y nos expresamos de la misma forma como lo hacen los hombres; “Está guapa pero se ve súper vulgar con esa falda, parece put…”, “Se la pasa siempre con hombres, seguro es bien put…”, “Dicen que se acostó con Pedro, por eso subió tan rápido de puesto”, “Trabajo mejor con los hombres porque las mujeres son súper conflictivas”, y así podría seguir con mil ejemplos.
No nos damos cuenta de replicamos lo que tanto nos molesta y nos indigna de los varones.
Debemos de dejar de criticarnos entre nosotras, ser “sororas”, vaya. Para quienes no estén familiarizados con el término, la sororidad se refiere a la hermandad entre mujeres, una alianza, una colaboración mutua para superar circunstancias desfavorables basadas en la desigualdad de género. Tenemos que darnos cuenta de que traemos en el inconsciente que las mujeres somos inferiores pues es un mensaje que nos han grabado desde la niñez, así que nos juzgamos y juzgamos a las demás; sus cuerpos, sus modos de actuar, de vestir.
Entonces ¿cómo romper este círculo vicioso? Primero, empezando por nosotras mismas, identificando esos pensamientos, darnos cuenta de cómo nos percibimos y por qué percibimos de determinada manera a las demás, qué nos conflictúa, qué nos genera ruido. Siendo conscientes podremos ir modificando nuestra conducta y nuestra manera de expresarnos y ver a las demás.
Si buscamos la igualdad y la libertad de la mujer entonces debemos dejar de ponernos el pie entre nosotras, impulsarnos, arroparnos. Debemos de dejar de vernos como rivales y empezar a vernos como aliadas.
Seamos la voz que encamina, que corrige.