Cada vez es más viable que sea una mujer quien presida el Instituto Nacional Electoral. Conforme pasan las semanas, los días y ante la falta de claridad en las reglas para seleccionar a las y los nuevos integrantes, se configura con más fuerza el escenario adecuado y probable para que sea una consejera en funciones quien encabece los trabajos del órgano responsable de organizar las elecciones en México.
No hay duda que es el tiempo de las mujeres en México. Las condiciones de paridad están cada vez más presentes y acompañadas con la fuerza de la ley en todos los aspectos de la vida política del país.
En la actualidad son cada vez más gobernadoras, diputadas, senadoras, alcaldesas y regidoras que destacan en sus funciones. Hoy la Suprema Corte de Justicia de la Nación es también tutelada por una mujer, al igual que el Banco de México y, se presume que en las próximas elecciones a la Presidencia de la República estén en la pelea también dos mujeres.
Ante dichas circunstancias no es difícil prever que uno de los mejores escenarios de la coyuntura política, tanto para el oficialismo como para la oposición, sea elegir entre una de las consejeras electorales en funciones para presidir el organismo.
La propuesta cobra mayor fuerza en razón de que las actuales integrantes del Consejo General cuentan de facto con la aprobación de todos los partidos políticos y que ante la falta de acuerdos y las difíciles negociaciones, es a todas luces la mejor solución para llegar a consensos.
Las 5 consejeras electorales cuentan además con la solidez de la experiencia requerida y gozan de una reputación a prueba de balas, atributo cada vez más apreciado por la opinión pública y por los tomadores de decisiones.
Todas ellas, con sus amplias trayectorias, garantizan la equidad, la transparencia y la certeza de los próximos procesos electorales.
Las cinco integrantes gozan de alta representatividad, confianza y credibilidad en sectores clave del ámbito electoral a nivel nacional e internacional.
Sus deliberaciones de los últimos tiempos no solo han sido apreciadas y valoradas sino incuestionables.
Además, todas ellas cuentan con el respaldo de la gran mayoría de las universidades, centros de estudio y son bien vistas por el sector académico nacional y la comunidad electoral internacional.
El posicionamiento mediático de cada una de las consejeras electorales en funciones, a lo largo de los años en lo que han desempeñado el cargo, es discreto pero contundente, siempre alejadas del protagonismo, lo que las hace ser percibidas por el público como funcionarias electorales profesionales distantes de la bulla y de la politiquería.
Todos los escenarios dentro de una negociación política en una clima tan polarizado y judicializado obligan a pensar en soluciones pragmáticas donde todos salgan beneficiados y está alternativa es una de las respuestas.
Hoy elegir a una consejera en funciones como presidenta del INE es un ganar -ganar para todas y todos. Sobre todo, para los millones de personas que confían y siguen depositando su credibilidad en el instituto.
Apunte del consultor
Dentro de las negociaciones para elegir a las nuevas y nuevos consejeros, la composición del Consejo General podría cambiar. Se espera y, se desea, que sean ahora 6 mujeres consejeras y 5 hombres.
Posteriormente, la paridad también podría tener efectos en su Junta General Ejecutiva.
Es tiempo de las mujeres en México.
MT