En estos días me tocó ver a los bomberos apagar fuego que emanaba del dren Cimatario, sobre la carretera federal 57. Esto me recordó una anécdota de un ingeniero que laboraba para el Municipio de Querétaro hace unos 15 años, cuando le encargaron la limpieza de ese dren tras una intensa temporada de lluvias que afectó a los fraccionamientos Villas del Sol y El Laurel.
Me resultó sorprendente que descubrieron personas sin hogar viviendo en los ‘bajopuentes’ del dren, incluso con muebles desechados por otras personas (sala, comedor, colchones, sillas, mesas…), ‘comodidades’ que uno no se imaginaría que existen bajo nuestras calles.
Una vez que reportó la situación, las autoridades de aquel entonces hicieron lo propio desalojando a las personas que habitaban ahí, ofreciéndoles apoyo institucional y finalmente despejando la zona.
Imagínese el tamaño de su sorpresa al hacer un recorrido de inspección, a poco menos de un mes del desalojo, y encontrarse nuevamente con personas habitando ahí abajo con todo y mobiliario.
Esto nos lleva a reflexionar sobre qué se debe hacer desde la Administración pública para que esas personas tengan una mejor opción de alojamiento. Es un tema que tiene muchos bemoles y hoy, tras la lenta recuperación económica pos-COVID, se ha vuelto más notorio al incrementar considerablemente la cantidad de personas sin hogar en Querétaro.
Desde aquí, el llamado a la ciudadanía y las autoridades para sumar esfuerzos en búsqueda de una solución que brinde apoyo a esas personas ayudándoles a recuperar su dignidad humana, sus derechos humanos y, sobre todo, que no se pongan en riesgo ‘habitando’ dicha infraestructura urbana.