Mario Maraboto
En 2015, los Estados miembros de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unida, México entre ellos, adoptaron la Agenda 2030 para la consecución de 17 Objetivos de Desarrollo Sustentable (ODS) a fin de erradicar la pobreza, proteger al planeta y propiciar sociedades inclusivas, bajo el principio de “no dejar a nadie atrás”.
De acuerdo con un comunicado de la ONU del pasado día 16, a nivel global “Sólo el 15% de las 140 metas acordadas van por buen camino, mientras casi la mitad están moderada o gravemente desviadas y alrededor del 30% no han registrado ningún avance o han caído por debajo de la línea de partida de 2015.”
La semana pasada, en el marco de la Semana de Alto Nivel del 78° período de sesiones de la Asamblea General de la ONU, la secretaria de Relaciones Exteriores de México expuso que nuestro país tiene un avance del 69.7 % en la consecución de los ODS, gracias a programas como «Sembrando Vida» y «Jóvenes Construyendo el Futuro», y a que, dijo, más de 5.1 millones de personas han superado la situación de pobreza.
Me parece que esos dos programas son más bien clientelares y no impactan positivamente en los ODS ya que se trata de otorgar apoyos económicos de promoción gubernamental. De “Sembrando Vida” se dice que sólo ha producido deforestación, pérdida de biodiversidad y corrupción y “Jóvenes construyendo el futuro” que otorga apoyos económicos a muchachos menores de 30 años que no estudien o trabajen, sólo fomenta el conformismo. En cuanto a la pobreza, el primer secretario de hacienda de este gobierno publicó recientemente en su columna que, de acuerdo con el Programa Universitario de Estudios del Desarrollo (PUED) de la UNAM, “el número de mexicanos que viven en la indigencia (en la pobreza extrema) pasó de 9.2 millones de personas en 2018 a 11.2 millones en 2022.”
La Estrategia Nacional Para la Implementación de la Agenda 2030 en México complementó el principio de “no dejar a nadie atrás” con la frase: “Por el bien de todos, primero los pobres, el cuidado del medio ambiente y una economía incluyente.” Surge entonces la pregunta: ¿Realmente México lleva un significativo avance en los ODS?
¿Podemos pensar que México ha avanzado, por ejemplo, en salud y bienestar (ODS 3), educación de calidad (ODS 4), energía sostenible y moderna (ODS 7), combatir el cambio climático (ODS 13), cuidar los ecosistemas (ODS 15), o promover sociedades pacíficas (ODS 16)?
Conforme a la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición en México y la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares, en 2022 cerca del 39.1 % de la población carecía de servicios de salud -un incremento de más de 150% con relación a 2018-, se incrementó el uso de servicios médicos privados de 46% en 2018 a 60% en 2022, y ni qué decir de los muertos por Covid ni del deterioro del sistema de vacunación.
En materia de educación, de acuerdo con Daniela Rocha González, especialista en educación, “La SEP no cuenta con una visión de conjunto ni con un mecanismo de coordinación que permita al sector avanzar de manera organizada, coherente y colectiva en la implementación del ODS 4”. En cuanto a cambio climático, sin considerar la urgencia de proteger el medio ambiente (luego de la destrucción forestal por el tren maya) y prepararse para combatir el cambio climático, el gobierno apuesta por combustibles fósiles y proyecta recortar 11.4% al presupuesto del sector, en 2024.
Ni hablar del hambre, igualdad de género, energía no contaminante, desigualdad y otros ODS. La meta es en el 2030, causalmente cuando termine el próximo sexenio. ¿qué cuentas entregará quien gobierne en ese periodo?