Mario Maraboto
Las afectaciones que dejó el huracán Otis en el estado de Guerrero, particularmente en Acapulco y Coyuca, además de otros 45 municipios, pusieron de relieve las prioridades del presidente de la República: dejar de hablar del tema lo más pronto posible y agredir a medios de comunicación para enfocarse en la sucesión presidencial y el dinero para la campaña.
Desde la “conferencia de prensa” mañanera del día siguiente del huracán, el 25 de octubre, el “presidente más humanista”, fuera de la sesión de preguntas, sólo dedicó los primeros 5 minutos al tema del huracán, para decir que pegó muy fuerte, que se interrumpieron las comunicaciones y que ya se estaba atendiendo. Luego de ello una larga sección de quién es quién en las mentiras.
A partir de ahí mostró que él no quería hablar del tema: el día 26 fueron la Secretaria de Seguridad y la gobernadora de Guerrero quienes reportaron sobre la situación; AMLO se enredó con el número de víctimas, platicó su odisea en el lodo camino a Acapulco, reprodujo el mensaje que dejó grabado a la población y entró a su real prioridad: agredir a los medios de comunicación que informan lo sucedido.
Todos los días puso a diferentes secretarios de estado a reportar sobre la situación. El día 27 dijo que no iría a Acapulco porque tenía una gira en el Estado de México para hablar de lo que le importa: sus programas de bienestar y cómo reparten dinero -aunque en Guerrero no exista por el momento- e inaugurar una planta potabilizadora que en nada ayudará a la población guerrerense.
El sábado 28 ocupó el tiempo en agredir a expresidentes, intelectuales y periodistas antes de escuchar el reporte de actividades de sus enviados, y el domingo 29 justificó el no estar en Acapulco porque “creo que ayudo más coordinando desde aquí todas las acciones”, (reconoció que mucho ayuda el que poco estorba, aunque no coordine nada).
El 30 de octubre, antes del informe de sus enviados, se quejó de que “ya hasta sábado y domingo” tiene que informar y habló de lo que le importa: sus giras a otros estados para “supervisar” diversas obras; después dijo que sobrevoló Acapulco y volvió a su prioridad: agredir a los medios de comunicación.
El martes 31 sólo expresó que “ya en la Navidad las familias van a estar muy contentas en Acapulco” y el 1 de este mes expresó “Bueno, el día de hoy y mañana lo dedicamos a recordar a nuestros difuntos”, pero ni una mención para quienes perdieron la vida con el huracán.
Como le fastidió informar sábado y domingo, reapareció el día 6 y priorizó: “empezaremos con la sección de ‘Quién es quién en los precios’ y luego vamos a informar sobre el avance del Tren Maya, el tramo 2, y luego la información sobre el apoyo a damnificados en Acapulco” (hay de prioridades a prioridades). Cuestionó a los afectados que marcharon hacia la CDMX y volvió a las cosas que le importan: las elecciones y el Beisbol. El día 7 inició su show con “El pulso de la salud” antes de informar sobre Guerrero, minimizó la afectación a sólo 2 de los 47 municipios dañados y el miércoles 8 inició con la sección de las mentiras. Acapulco perdía más prioridad.
El día 9 dijo que daría reporte, pero aprovechó para congratularse por el presupuesto 2024 en donde no se dedicó un solo peso para la reconstrucción de Acapulco y por la tarde se declaró concluida la declaratoria de emergencia en Guerrero originada por “la ocurrencia de lluvia severa y vientos fuertes” en 2 municipios (no por un huracán), aunque la crisis sanitaria y de hambre continúa. El pasado viernes ya no le dio importancia al tema del huracán; habló del cambio de rector de la UNAM, de la regularización de autos “chocolate” y criticó a la Presidenta de la Suprema Corte de Justicia.
La prioridad presidencial no es Acapulco sino evitar que se siga hablando del tema, que sólo distrae de sus prioridades.