Matías G. Durán Quintanar
La densidad poblacional puede mejorar la calidad de vida y la productividad en las ciudades. Un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) muestra que la aglomeración es responsable de un aumento en la productividad de sus habitantes entre un 2 y 5 por ciento. Sin embargo, las áreas metropolitanas traen importantes retos también.
Por ejemplo, varios gobiernos municipales y de diferente nivel coinciden en el territorio urbano. Además, participan diversos actores privados y sociales interdependientes entre sí. Adicionalmente, la atracción económica y de mano de obra, tensiona el acceso a servicios públicos, vivienda, movilidad y medio ambiente. Y finalmente, todo sucede en un contexto de restricción presupuestal. Esta complejidad requiere de espacios de gobernanza donde se promueva el diálogo horizontal, inclusivo e institucional. Desde entender el problema incorporando la visión de cada una de las partes, hasta el diseño de las políticas públicas y su evaluación.
En México, 82.5 millones de personas, o 65.5% de la población mexicana, habitan en 92 metrópolis de diferentes categorías y sólo 7 zonas metropolitanas tienen espacios de gobernanza como un instituto de planeación metropolitana. Los gobiernos que los han promovido, han entendido que la representación política no es “manga ancha” para ejecutar obra pública, sino una oportunidad de conciliar los diversos intereses de la ciudad y distribuir equitativamente los beneficios públicos.
MT