Los Blanchet/Caldo de Cultivo
Se nos fue el año, lo que nos obliga a hacer un recuento de hechos del período que termina y revisar las expectativas para el que viene, con base en las tendencias actuales y la información disponible.
En el año que agoniza, en materia económica, hubo una extraña mezcla de buenas y malas noticias. El crecimiento inesperado de la economía en un 3% fue algo que sorprendió a propios y extraños, -en un ambiente poco amigable para la inversión-, así como la estabilidad del peso en niveles de alrededor de 17 pesos por dólar, que podrían hacer pensar que este fue un año de bonanza, aunque sabemos que esta paridad está apuntalada por las altas tasas de interés y las remesas, que son un indicativo de la bonanza más bien de EEUU. La inflación del 5% es una mala noticia, y si bien la expectativa para el próximo año es que disminuya, en lo referente al tipo de cambio algunos bancos de Wall Street vaticinan el fin de este desempeño, debido a que se prevé un recorte en dichas tasas y a la volatilidad que se espera debido al año electoral tanto en México como en EEUU.
En el resto de las variables de la vida nacional, como la seguridad, el Estado de Derecho, el respeto a las instituciones autónomas, el prestigio del país en el escenario mundial, la disminución de la pobreza, la educación y la calidad de la atención médica, todo fueron malas noticias, continuando en la línea, variables de las que no se espera una mejora en el próximo año simplemente porque no se ve un posible factor que altere estas tendencias, a menos de que se de un triunfo importante de la oposición.
En lo electoral, es un hecho que en nuestro país tendremos elecciones con dados abiertamente cargados, con financiamiento masivo a los candidatos del partido en el poder. En Estados Unidos, el muy posible regreso de Trump a la presidencia complicaría nuevamente las cosas a México en materia migratoria y comercial, dada su intolerancia y aversión hacia nuestro país.
Más polarización e incertidumbre, que son el sello de este siglo pero, dados estos escenarios, ¿debemos sentarnos como simples espectadores para sólo atestiguar el rumbo de las cosas y las decisiones que otros tomarán para nosotros? Hoy menos que nunca.
La voluntad y la intención puesta en marcha de los individuos son lo que definen el rumbo de lo colectivo. Unos con más poder que otros, pero la realidad es una construcción creada por las mentes que integran las sociedades, en el entendido de que la calidad de nuestras ideas y pensamientos determina la calidad de nuestra realidad, y que esta última no es algo dado e inamovible. Si Querétaro se distingue de los demás estados en su progreso y calidad de vida, seguramente es por esta razón. Aquí pensamos diferente y, con base en ello, nos esforzamos en transformar positivamente nuestra realidad.
Este 2024 trabajemos en la calidad de nuestras ideas y pensamientos, en decantarnos por las emociones y sentimientos positivos, la empatía y la tolerancia, que no solamente se traducirán en una mejor vida, sino que inevitablemente se contagiarán a quienes nos rodean.
Feliz 2024.
¿A dónde vamos a parar?
Ya estamos a unos días de que termine el año y normalmente en estas fechas solía ser una persona optimista y sonriente, pero este 2023 me hizo ver mi suerte y creo que también a una buena parte del mundo.
Para poder escribir estas líneas y contarles mi sentir (buscaré un psicólogo), me acerqué una enorme caja de pañuelos desechables para no tener que limpiar mis lágrimas y secreciones nasales con la manga de mi enorme chamarra que ya se me hizo piel, porque con el frío que tampoco ha dado tregua, no me la quito ni para ir al baño. Lo bueno es que ahora sí podemos decir que nos parecemos a Dinamarca.
Desde que comenzó este año y ante los duros embates que muchos sorteamos, nos decíamos unos a otros a manera de apoyo y consuelo: ¡vamos a echarle ganas, todo pasará! Hoy, acercándonos al final de año y sin ninguna compasión por parte de los astros, -que al parecer no se les dio la gana alinearse-, nos volteamos a ver todos con entrecejo fruncido y cara de puchero preguntándonos: ¿Ahora qué más te pasó?
En años anteriores yo me preparaba para despedir el año con agradecimiento, festejo, ilusiones y doce uvas, mismas que hace unos días me intentaron vender en ¡doscientos pesos el kilo! Al preguntarle al buen comerciante: ¿por qué tan caro?, argumentó con firmeza que esas uvas cumplían deseos, así que claudiqué y fui a comprar el fruto de la vid embotellado y con algunos años de añejamiento, que no me cumplirán mis deseos, pero serán más efectivos para aliviar la depresión.
A este año yo no lo pienso despedir, ya lo corrí desde julio y sin liquidación. No compraré ni los tradicionales calzones rojos y amarillos porque ni para eso alcanza, y como sólo los venden en estilo tanga, no pretendo causarle ninguna incomodidad visual al espejo ni a mi marido.
Si hacemos un rápido recuento verán que no exagero en mi percepción de lo ocurrido a lo largo de casi 365 días. Lo pondré muy general para que nadie se nos ofenda, ya ven que diciembre es el mes sensible por naturaleza. En este año hemos pasado por inseguridad, guerras, sufrimiento económico, política mundial y nacional del más ínfimo nivel, sociedades en franca descomposición, huracanes, temblores en diciembre. ¡Ya, por piedad!
Lo único que me queda, porque hasta la caja de pañuelos desechables me la acabé mientras escribía, es mirar al cielo y pedir un poco de paz y conciencia para esta humanidad, porque como dice Mafalda: ¡paren al mundo, me quiero bajar!
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