Sergio Arellano/Asesor en Derechos Humanos
@siarellano5
Entre tantos juristas valiosos, la Suprema Corte de Justicia de la Nación, le dio la bienvenida a la Ministra, Lenia Batres, sin embargo, ¿a qué costo? De antemano, estimada o estimado lector, sabíamos que su designación en el máximo tribunal se asocia con sus relaciones políticas con el gobierno en turno, sin mencionar, su parentesco con el actual Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, lo cual estremece un nepotismo sutil.
Una vez más la SCJN, vislumbra opiniones sesgadas y alineadas con ciertos intereses; comentaba con ustedes en colaboraciones pasadas, que tenemos un favoritismo identificable en la mayoría del pleno de la Suprema Corte al haber sido propuestos por el Presidente, Andrés Manuel López Obrador. En términos de gobernanza, esta situación genera incertidumbre respecto a la independencia y autonomía de los tres poderes de la unión.
Por si fuera poco, la Ministra entrante, hizo una primera solicitud en cuanto a su percepción económica amen de que quiere ganar lo mismo que el titular del ejecutivo federal; como si estuvieran cortados con la misma tijera.
Más allá de que la petición puede ser aceptable en el sentido de procurar una mayor austeridad, también es cierto que no puede ser tan abierta esta homologación de criterios con un dirigente político; la función de quienes integran nuestro máximo tribunal, se remite a la interpretación de la norma con una perspectiva de derechos humanos así como generar precedentes para una mejor práctica judicial dentro de los tribunales de la república, por lo que sería erróneo que se abanderaran causas particulares en donde tiene que resolverse en estricto derecho.
En su defecto, la Ministra Batres, hubiera contendido por un cargo de elección popular en donde tendría la oportunidad de apoyar a su líder ideológico. Así las cosas, seguiremos atentos de los 15 años venideros. ¡Qué agonía!