Alejandro Gutiérrez Balboa
Dos fuerzas confluyen para atentar contra la independencia y las libertades de numerosos países: el gobierno ruso y los herederos del castrismo cubano, hoy coaligados en el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla. Ambas fuerzas esgrimen al crimen organizado como herramienta para facilitar su labor.
En España, una investigación del Centro Nacional de Inteligencia y del Tribunal Supremo español, ha dejado al descubierto las ligas y motivaciones de Carles Puigdemont, expresidente de Cataluña, para efectuar un referéndum ilegal el 1 de octubre de 2017, promotor de la secesión de esa provincia de España. Puigdemont se reunió con agentes de la inteligencia rusa y mantuvo contactos con dirigentes de la mafia rusa, en las que el gobierno de Putin aportó dinero y apoyo político (hasta la promesa de enviar fuerzas armadas rusas para defender la independencia catalana) para el efecto. Con nombres, datos y pruebas, se constata la traición de Puigdemont, actual e inexplicablemente diputado en el Parlamento Europeo.
El propósito del zar de todas las Rusias es dividir la Unión Europea y a pesar de no poder salir de su país, pues pesa una orden de aprehensión en su contra por crímenes de guerra en Ucrania, no repara en gastos y esfuerzos para cooptar políticos europeos que sirvan a sus intereses.
En América, ha quedado demostrado que Nicolás Maduro obtuvo su principal fuente de financiamiento del narcotráfico, asociado a los cárteles colombianos, luego que quebraron la industria petrolera y la agrícola de su país. Los principales jefes militares venezolanos dirigen el denominado cártel de los soles y el país se ha vuelto un exportador clave de drogas.
Cuba también ha estado involucrada en estas actividades, desde tiempos del Che Guevara que pretendió financiar los movimientos guerrilleros en América Latina con el narcotráfico. Hoy, no solamente continúa la actividad, sino que cada año crece exponencialmente el número de drogadictos en la isla.
Con estos recursos, los gobiernos cubano y venezolano han financiado los motines ocurridos en varios países de América Latina, con una estrategia muy clara, la de abrir paso a regímenes similares al venezolano.
También inexplicable es el hecho de que el mayor número de agentes de inteligencia rusa en el mundo se encuentre en nuestro país. Las relaciones con las mafias tarde o temprano habrán de revertirse, sólo es cosa de tiempo.