Al decir su “Sí”, cuando María acepta y dice al ángel: “Sí, hágase la voluntad del Señor”, y acepta ser la madre de Jesús, es como si María dijera a Dios: “Aquí estoy, soy una tablilla para escribir: que el Escritor escriba lo que quiera, que haga lo que quiera conmigo el Señor de todas las cosas”. En aquella época, la gente solía escribir en tablillas enceradas; hoy, diríamos que María se ofrece como una página en blanco en la que el Señor puede escribir lo que quiera. El “Sí” de María al ángel, como escribió un conocido exégeta, representa “el ápice de todo comportamiento religioso ante Dios, ya que ella expresa, de la manera más elevada, la disponibilidad pasiva combinada con la disponibilidad activa, el vacío más profundo que acompaña a la mayor plenitud”.