Ya estando solas, ‘La Carambada’ y Shady retoman la plática del día anterior. La afligida mujer habló y habló, esforzándose al enfatizar en lo que para ella era verdad absoluta
– Si señora, ayer, antes de salir del pueblo nos confesamos, ¿verdá, tú?… dirigiéndose a su cuñada, siempre enrebozada, callada y atrasito del grupo. Moviendo la cabeza dijo que sí.
– ¿Y desde ayer no has cometido pecado alguno? Continuó Leonarda.
– No señora.
– ¿Segura?
– Si señora.
– ¿Y no se te ocurrió hacer algo respecto a tu marido, el padre de tus hijos?
La pregunta la desequilibró, pero rápidamente se recobró diciendo con sequedad
– Sí señora, quisiera que estuviera muerto.
Al día siguiente, Leonarda y sus huéspedes, junto con Apolonia y Benito su marido, se dirigieron a la Iglesia de San Francisco.
– ¿Descansaron? Preguntó la patrona cortésmente a las chamacas.
– Si señora.
– Lloraste un poco por tus hijos, ¿no?
– Si señora, los extraño mucho.
La platicaba ocurría mientras bajaba el grupo por la Calle del Biombo, apurados no sólo por lo inclinado de la calle, sino porque ya iban retrasados a misa de 7:00.
– ¿Vas a comulgar? Pregunta que quedó sin respuesta…
Continuaron a paso redoblado y ya cerca de la Iglesia, Leonarda se paró en seco y preguntó a Shady
– Los pecados son de pensamiento, palabra y obra, ¿no se te olvida, verdad?
– No señora.
– Al desear que estuviera muerto tu marido, pecaste de pensamiento. Deja que otros pequen por ti, sobre todo cuando tú no sabes hacerlo. Shady apenas entró al templo, se dirigió al confesionario, rumiando lo que ‘La Carambada’ recién le acababa de decir. Durante la consagración, al sonar la campanilla, Leonarda sintió en la nuca la misma sensación experimentada cuando fue a distraerse al Puente Grande. Alguien la observaba y pronto tendría la repuesta. Ya con el sol a buena altura y con una mañana fresca, Leonarda dijo a sus acompañantes, que no podía quedarse con ellos en la Plaza de Recreo, que aunque era agradable por los puestos de comida y la gente animosa que llegaba, ella tenía un pendiente y que, además, deseaba escuchar mejor a Shady y sus tribulaciones. Todos obedecen y se dirigen calle arriba con destino a la fondita.
– No vi que rezaras ni que cantaras, reprocha Apolonia a su marido.
– Vine para cuidarlas, contestó sin mayor esfuerzo. No vine a la misa, ya sabes que esto de la rezadera me importa un cacahuate…, tú a lo tuyo y yo a lo mío: mientras no te falte, haz con tu vida de santos lo que quieras y yo haré lo propio con la mía. ¿Por qué ustedes los creyentes siempre quieren meter sus ideas en cabezas ajenas? ¿Será porque piensan que la verdad está siempre de su lado? Ante esta avalancha de palabras y aseveraciones de Benito, Apolonia, rebasada, apuró el paso con un nudo en la garganta. Desayunaron delicioso: unos huevos en salsa roja de chile de árbol, frijoles negros enteros, tortillas nuevas, infladitas, café de olla acanelado y un poco de pulque de los Llanos de Apan, del que traen a veces los muleros de Hidalgo.
Ya estando solas, ‘La Carambada’ y Shady retoman la plática del día anterior. La afligida mujer habló y habló, esforzándose al enfatizar en lo que para ella era verdad absoluta. Habló de sus padres, de sus suegros, de las familias y las diferencias tradicionales que germinaban a partir de los casamientos. Toda parecía normal y dentro de lo común, hasta que surgió el tema del marido. Leonarda dijo para sus adentros: Aquí es donde se troncha todo el asunto…
– Mira Shady, cuando una mujer decide tomar hombre y se casa, lo más probable es que gane muchas cosas, pero igual, pierde otras…. pero todo dependerá de una misma, si una se deja. Mira, a partir de hoy, habiendo dejado al maldito, todos los días deberás mostrar tu mejor semblante, mostrando que no tienes miedo de nada ni de nadie, sin importar que el trabajo en casa te agobie, siempre estarás al cuidado de tus hijos, hasta que se mueran. Verás a tus suegros como tus propios padres y callarás humildemente ante todo y ante todos. ¡Si hay que obedecer, bajando la cabeza, lo harás solo porque así lo decidiste hacer! Si hay que servir de comer, hazlo con gusto y eso te hará feliz. Si haz de compartir con alguien tu lecho, que sea un acto que te traiga sosiego y paz interior. No olvides que cada relación será distinta una de otra y que los hombres se pierden en este terreno porque son mezquinos y no saben generar placer. No saben cómo o qué hacer y por eso nos tildan de fáciles: Nos echan encima la culpa de su pobreza física y espiritual. Tú, siempre con la mirada fija y adelante en tu camino.
– La estoy escuchando señora…
– ¿Le pega a tus hijos?
– No señora, pero los asusta cuando los amenaza de que me matará si no hacen lo que él dice. Una vez le pagó al mayorcito, cuando lo enfrentó valientemente al cuestionarlo por algo que decía, pero no pasó a mayores, ya que apenas podía sostenerse en pie, de lo borracho que estaba.
– Enseña a tus hijos el camino de la dignidad, nuestro mejor tesoro.
A pesar del pésimo castellano de Shady y la pobreza del otomí de ‘La Carambada’, las dos mujeres pudieron finalmente, darse a entender a la perfección, por lo que pudieron platicar por horas, con pelos y señales de lo que ocurría al seno de esa familia disfuncional.
– Mira Shady: tú eres una mujer valiente e inteligente y sobre todo, eres honesta y limpia. Con esto tienes suficiente para seguir en la vida, ten cuidando de cometer tonterías. No seas tonta. Las mujeres nos atontamos con facilidad, no se te olvide. Atiende a tus hijos y estate cercana de ellos siempre, como hasta ahora. Acompaña a tus padres a diario y respétalos siempre. No dejes de ir a misa y obedece la Ley de Dios. Si por alguna circunstancia llegaras a enviudar, deja que pase un buen tiempo, antes de volver a casarte. De preferencia no lo hagas, tú sola puedes. EL espacio quedó en silencio y las mujeres se miraron, hablándose sin decir palana alguna. Leonarda volvió a la carga:
– Todos los días goza de la naturaleza, creación de Nuestro Señor, camina las veredas cuando puedas, toca la corteza de los árboles, ellos te hablarán; toca las flores y habla con ellas, te entienden; canta con los pájaros pues ellos conocen de música. A partir de hoy, las cosas las haces tú, no esperarás a que otros las hagan: Si está nublado, tú harás que salga el sol, que escampe el cielo; si llueve, harás que el agua bendiga las cosechas. Tú eres el centro de todo, siempre encomendando tus logros al Señor, dueño absoluto. Tu único ojo, no lo necesitas, tus verdaderos ojos son del alma: con ellos podrás ver más allá. De tu marido me encargo yo y ya veremos cómo hacemos para meterlo al redil. Ya verás que lo metemos, ya sea o por amor, o por la juerza.
Arrancando de su pecho un suspiro largo, Shady confirmó que lo que había escuchado de esta Carambada, era muy cierto.
– Apolonia, aparta a Benito para darle instrucciones de cómo regresar a Shady y a Chala… apenas lleguen a Santiago Mexquititlán, te vas directito con don Heraclio y le dices que ahí le encargo al marido de esta pobre mujer. Dile claramente que solo se trata de una advertencia para que cambie con respecto a su mujer e hijos. Si nopasa nada, pos enronces una segunda advertencia. Si no hace caso, que me lo mande pa´cá. Para entonces ya sabremos dónde puede quedar bien obediente este indio necio. Toma este dinero y sólo cuida que de no gastarte todo. Este otro dinerito, se lo das a Shady y a su cuñada para gastos en sus casas. No se los doy ahora pues no lo aceptarían. Mira Benito, de paso, haces algunas preguntas sobre este marido de Shady… Le creo a la muchacha, pero siempre hay que maliciar,
– Sí, mi niña.
Salió la comitiva cuidada por Benito, sabiendo que para el siguiente fin de semana debían llegar por San Juan del Río y directo a la Hacienda de “La Llave.”
Dejando al grupo ‘La Carambada’ se dirigió a la mesa donde ya estaba ‘El Amito’, acompañado de un hombre muy joven y quien resultó ser aquel oscuro personaje que la espiara una noche en el Puente Grande y luego esa mañana en la Iglesia, ese mismo día. Espiando a su pareja utilizando a este joven, ‘El Amito’, como buen macho, dudaba de sí mismo, dudando de la integridad de su compañera.
Esa mañana fue atareada para Leonarda. Había que planear el próximo atraco, pues esta nueva aventura requería de mucho cuidado y talento, pues sabía que era zona muy custodiada por la autoridad. Simultáneamente, debía atender con esmero y diplomáticamente a Bernardino, quien traía un mensaje de don Guillermo Prieto.
– Don Guillermo me encomendó decirle que la primera semana del mes que entra estará por estas tierras. Igualmente, me recomendó muy especialmente, decirle que es probable que coincida durante su visita a Querétaro, con el Lic. Juárez, Presidente de la República, y que le gustaría mucho presentárselo.
‘La Carambada’, ante lo disparejo de los asuntos de esa mañana, se sintió abrumada y hasta ufana en la fondita de su propiedad. – Gracias mi Virgencita del Carmen… Gracias mi Cristo Señor… sé me acompañas cuando devotamente comulgo por Ti y el Ti. Repuesta de la emoción, Leonarda le dice a Bernardino
– Dígale a don Guillermo que aquí lo esperamos cuando él guste y que por lo que respecta a conocer al Sr. Juárez, que pues no tengo apuro alguno. Sonriendo maliciosamente, Bernardino se dispuso a salir de la fonda y con rumbo al río. Acompañándolo, Leonarda lo despidió en la puerta del restaurantito, observando cómo se alejaba, diciendo para sus adentros: “Mientras que yo ando pensando cómo encontrar a los enemigos de la Santa Religión, ahora resulta que el mayor de ellos viene a mi casa y lo tendré a medio metro de distancia, sin que éste sospeche nada sobre mis planes. Recapacita y dice:
– Pero ¿Sospechar qué? Pos no sé, pero uno nunca sabe. ¿Será un mensaje de mi Virgencita amada o de la señora Francisca, mi abuela adorada? O es que ya estoy medio loca…..