Mario Maraboto

Recientemente me preguntaba qué variables influyen en el buen o mal trabajo de un Presidente de la República. ¿Incide la formación profesional? ¿Qué tanto pesa la carrera política? ¿Afecta la edad? Independientemente de los resultados de su gestión, la duda es si en su desempeño tienen algo que ver sus años de servicio en el sector público.

De mediados del siglo pasado al momento actual México ha tenido 12 presidentes; todos ellos han sido profesionistas (un contador, 6 abogados, 3 economistas, un administrador de empresas y un Licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública; cuatro de ellos con postgrado). La edad promedio en la que han asumido el poder es de 46 años, en donde el más joven fue Carlos Salinas (40 años) y el de mayor edad ha sido López Obrador (65 años).

Los primeros 11 presidentes, algunos fueron gobernadores, hicieron carrera en la administración pública, unos más tiempo que otros: Ruiz Cortines 31 años, López Mateos 11, Díaz Ordaz 20, Echeverría 23; López Portillo, de la Madrid y Salinas, 16 años de servicio; Zedillo 23, Fox 11, Calderón 18 y Peña Nieto 13 años, y del último puesto que ocuparon (generalmente Secretario de Estado), llegaron a la presidencia.

Es indudable que cada uno heredó de su antecesor algunas situaciones complicadas: López Mateos una huelga ferrocarrilera; éste le heredó a su sucesor movimientos sindicales (maestros y médicos). Díaz Ordaz le dejó a Echeverría un país en crisis de legitimidad por el movimiento del 68, a su vez éste le heredó a López Portillo un país en crisis. López Portillo dejó una devaluación y la estatización de la banca; de La Madrid dejó a su sucesor la hasta entonces peor inflación de la historia; Salinas, a su vez, le heredó a Zedillo el ejercito zapatista y una fuga de capitales que provocaron el “error de diciembre”; Zedillo heredó el Fobaproa.

Fox dejó de herencia un país invadido por la delincuencia organizada; Calderón dejó un país con miles de muertos por la guerra contra el crimen y la herencia que dejó Peña Nieto…. Se llama Andrés Manuel.

Hasta donde recuerdo, cada uno de esos presidentes enfrentó la situación que heredó, más la que ellos mismos crearon, sin responsabilizar abiertamente a alguno de sus antecesores, mismos que, por lo general, se autoexiliaban o recibían algún nombramiento fuera del país. Cada uno simplemente reconocía el problema, se asesoraba con sus equipos de trabajo, y empleaba su experiencia y conocimientos para hacer frente a la situación, con su personal estilo de gobernar, aun en medio de críticas y controversias. Ninguno de ellos se fue “limpio” en cuanto a su desempeño, pero el país seguía una ruta de crecimiento, a pesar de las crisis sexenales.

La trayectoria del actual presidente inició políticamente en 1970 en el PRI de su estado natal y en el servicio público en 1976 en puestos menores en el sector indígena del estado de Tabasco (razones por las que tardó 14 años en titularse) y de 1985 a 1988 asumió la Dirección de Promoción Social del Instituto Nacional del Consumidor. Los siguientes años, hasta 2000 en que fue electo Jefe de Gobierno del DF, se dedicó a la política partidista y desde 2006, cuando terminó su cargo en el DF y perdió en dos ocasiones la presidencia, siguió haciendo “grilla” a nivel nacional: organizó “caravanas” de protesta, plantones por motivos políticos, bloqueos a instalaciones petroleras, recorrió el país en “defensa del sector energético” a través de consultas y cuestionó a los presidentes que le ganaron la elección. No se sabe, aunque se intuye, de qué vivió esos 12 años.

Es el único presidente que llegó al cargo después de más de una década sin un puesto oficial, es decir, curricularmente sin experiencia en administración pública (su carrera profesional), y es el único que abiertamente ha responsabilizado a los últimos 5 presidentes de todos los problemas del país, sin realmente intentar solucionarlos, perfilándolos como herencia para el siguiente sexenio.

Llegó a la presidencia a los 65 años, pero con más experiencia como “grillo de tiempo completo” (como se decía en la Facultad de Ciencias Políticas) que como administrador. Con este modelo, creo que para un mejor desempeño en el cargo presidencial, es más valiosa una carrera en el sector público que la experiencia de líder partidista.