Yamile David
Qatar, el mundial tan esperado desde una década. La tecnología, lo exótico, la derrama económica el abuso y la corrupción.
El cómo se logró, es sabido por todos, pero también lo es el abuso y la violación a los derechos humanos de los trabajadores, migrantes, homosexuales y mujeres.
Aunque quisieron dar una imagen de “inclusión” durante la inauguración, sabemos que nada más falso que eso.
Pese a las reformas gubernamentales, la población trabajadora migrante continuó sufriendo abusos laborales y teniendo dificultades para cambiar de empleo libremente. Las restricciones a la libertad de expresión aumentaron en el periodo previo a la Copa Mundial de la FIFA de 2022. Las mujeres y las personas LGBTI continuaron sufriendo discriminación en la ley y en la práctica.
Las mujeres siguen estando discriminadas en la ley y en la práctica. En virtud del sistema de tutela masculina, continuaban estando ligadas a su tutor varón, habitualmente su padre o un hermano, abuelo o tío o, en caso de estar casadas, su esposo. Además, seguían necesitando el permiso de su tutor para tomar decisiones vitales clave como casarse, estudiar en el extranjero con becas públicas, trabajar en muchos puestos del gobierno, viajar al extranjero hasta cierta edad y recibir algunos servicios de salud reproductiva. (Fuente Amnistía Internacional)
Para bien y para mal, los ojos están puestos ya en un país que está bajo el escrutinio mundial por su trato a las personas, en un mundo donde cada vez se levanta más la voz para demandar la igualdad, la inclusión y la garantía a los derechos humanos.
A nivel mundial, los grupos vulnerables, entre ellos las mujeres, se están volviendo prioridad porque la realidad nos está rebasando. Ya no hay cómo ocultar la violencia, los feminicidios, los abusos.
Ya no hay vuelta atrás, hoy todos los países del mundo deben implementar políticas públicas con perspectiva de género e inclusión y nosotros como sociedad, ser consientes y actuar en fomento a ello.