Esta semana compartí con un grupo de personas sensacionales, que venían de diferentes partes de México, la experiencia de un juego de origen japonés. La finalidad de este juego fue autoconocerse y activar la estrategia con reglas basadas en un mundo cultural muy diferente al nuestro.
Cuando lo conocido cambia, el foco, las emociones, el químico sanguíneo también cambia, por lo que las nuevas decisiones y acciones aparecen. Quiero compartirte que no todas las emociones fueron de agrado. Es más, las emociones predominantes fueron de estrés y frustración, lo que me llevó a escribir este artículo llamado “Un minuto antes de llegar”.
En este relato transmito cómo, cuando las personas estamos listas para llegar a la meta y saborear las mieles de lo que vamos a obtener, aflojamos el paso; sí, nos hacemos trampa dando chance a que los demonios internos se apoderen de nuestros pensamientos. Y cómo las personas generamos acciones basadas en lo que traemos en la mente; si dudamos en el último momento de lograrlo, ¿cuál crees tú, que será el resultado final?
Esta reflexión me lleva a su vez a recordar el comentario de una chava maratonista que me dio su testimonio, y decía que ella no hubiera logrado nunca correr el maratón, si no hubiera sido apoyada por un equipo. En su explicación detalló que, a partir del kilómetro 32, aparece el dolor, las dudas, el agotamiento y los fantasmas que te invitan a tirar la toalla. En resumen aparecen los pensamientos limitantes, los que te dicen que no podrás y se encargan de convencer a tu cuerpo, con excusas y pretextos para no alcanzar los 42 kilómetros.
Algo similar sucedió en este juego que se nos puso al límite. Lo que al principio fue un ejercicio de mucho autoconocimiento, conexión y energía, con conforme trascurrió el juego, las dinámicas se fueron convirtiendo en bajas, difíciles de procesar y aceptar. Los nervios comenzaron a estar presente y la falta de comunicación apareció.
El caos interno en el equipo se hizo notar, una decisión apresurada o sin pensar causaba pérdidas importantes, por lo que nos convertimos en personas más torpes en la toma de decisiones. La misma presión y el señor destino nos cambiaban la jugada, como suele suceder. Aumentaba el estrés, la frustración y el estancamiento. Lo más interesante es cómo cada participante resolvía, acomodaba y procesaba sus propias emociones dando sentido a lo que ahí sucedía.
Un minuto antes de llegar a la meta saldrán tus enemigos, esos que no están interesados en que llegues. Saldrá tu lado oscuro, el que te hace trampa y boicotea, él se encargará de darte todas las excusas creativas llamadas dolor, tiempo, dinero, gente, equipo y hasta familia para justificar que no obtengas esa meta. Si quieres lograrlo deberás pelear con tu peor enemigo, tú mismo.
Así que aquí te van los cuatro consejos para ganar tu batalla: Enraízate, analiza en donde estás y cuáles son las situaciones, personas y circunstancias que te hacen estar en dónde estás. Segundo: focalízate, con disciplina al punto que quieres llegar. Tercero: se flexible ante lo que no puedes controlar, con aquellas cosas o circunstancias inesperadas; la flexibilidad puede marcar la diferencia entre continuar o estancarte. Y, por último, mantén tu equilibrio personal, cuida las áreas que componen tu vida, tu salud, tu familia, tu crecimiento personal, profesional, tu manejo del tiempo de esparcimiento, ocio, espiritual y social.
Estar en equilibrio te hará sentirte una persona más plena cuando alcances lo que deseas. Excelente fin de semana.
Por: Ely Machado
La autora es Master Coach
