La pena de muerte es la sanción jurídica capital, la más rigurosa de todas. “Consiste en quitar la vida a un condenando mediante los procedimientos y órganos de ejecución establecidos por el orden jurídico que la instituye”, esta definición es proporcionada por el doctor Miguel Ángel Contreras Nieto, del área jurídica de Universidad Nacional Autónoma de México.
¡Qué fuerte! ¿Verdad? ¿Qué puede hacer un ser humano tan terrible para que se le dé la pena máxima? Son personas que causaron muchas atrocidades y solo con su propia vida pueden pagar el daño realizado. El contexto está basado en controlar la conducta de las personas que actuaban en contra del orden social o público, poniendo en riesgo a los demás ciudadanos o al mismo gobierno, como sucedió en la cultura Esparta en la legislación de Dracón.
Bueno, ahora imagina que eso mismo le digan a un chavo de 15 años: “Te puedes morir a los 33 años si se te detecta un síndrome llamado MARFAN”. Te puede dar un infarto cardíaco, derrame cerebral, etcétera. ¿Para qué repetir sus palabras? ¿Te imaginas, que ese chico sea tu hijo o hija? Eso mismo es lo que sucedió hace unos días a un joven ejemplar.
Las palabras también generan sentencia de muerte. Cuando la noticia es dada al joven, éste genera un shock mental. Sale del consultorio del doctor y le dice a su mamá, “Treinta y dos o treinta y tres años son muy pocos mamá”. Imagina por un momento la escena. ¿Qué harías? ¿Demandar al doctor, por hablar frente de un menor de un asunto tan delicado? ¿Cobrarle los honorarios al doctor de un psicólogo, para que el joven procese el trauma, adquirido? ¿Qué harías en su lugar?
Tus palabras matan. Sí, matan, pues crean condicionamientos mentales que a su vez generan químicos en tu cuerpo. Estos condicionamientos son también conocidos como paradigmas o creencias. Limitan o empoderan el comportamiento humano.
“Dale a una persona una imagen pobre y termina siendo un pordiosero” (Nathaniel Brandel)
Las palabras también generan vida, no siempre sentencian a muerte. Cuida tus pensamientos, porque ellos se convierten en palabras, cuida tus palabras porque se convierten en acciones, cuida tus acciones porque con el tiempo se vuelven hábitos, y cuida tus hábitos porque forjan tu destino.
Estamos en épocas decembrinas en donde tus palabras pueden sanar heridas a través del perdón, empoderar, crear, impulsar, motivar, alguna persona que realice acciones extraordinarias o crearle un candado en su mente para que no lo logre.
Cuida tus pensamientos y aliméntalo de cosas extraordinarias, positivas y ‘optimalistas’ (sencillas y enriquecedoras). Ellas crean tu destino. Hay casos de éxito en la medicina y en la vida que son inexplicables para la ciencia, son los llamados “milagros”.
Cree en ellos, de verdad cree. Alimenta tu mente y corazón de cosas bellas, aunque te digan que Peter Pan y el país de Nunca Jamás no existen; tú cree que existen y el universo se encargará de traértelas para presentártelas en el momento que estés listo o lista para recibirlas.
Te sentencio a vivir intensamente, a disfrutar cada minuto de tu vida, a agradecer cada respiración que realizas porque eres una persona única y extraordinaria
Como artesano te construyeron como pieza única.
¡Te sentencio a la vida! Que tengas un excelente fin de semana.
Por: Master Coach Ely Machado
