¡Felices fiestas navideñas! ¡Feliz año nuevo, lleno de bendiciones! Fueron algunas de las frases más constantes por todo el orbe, en diferentes lenguas, un sin fin de imágenes que saturaron las redes sociales, los medios de comunicación, en las vías públicas y privadas, en las empresas, iglesias, en todo espacio de convivencia. ¡Celebro que sea así, es estimulante y nos alimenta el espíritu!
Estamos ya en 2016, mañana se celebra la Epifanía, manifestación en la que Jesús toma presencia humana en la tierra y que los cristianos celebramos con la adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús, a partir del siglo IV.
El ambiente festivo continúa. En algunas ciudades, entre ellas Querétaro, el 6 de enero es una fecha en la que, en un alto porcentaje, los niños y las niñas esperan con gran anhelo los regalos que pidieron en sus ‘cartitas’ que estos legendarios personajes les dejan en sus hogares.
Cuenta la historia, que los Reyes Magos eran hombres poderosos y sabios, procedentes de naciones al oriente del Mediterráneo, que por su cultura y espiritualidad, cultivaban su conocimiento del hombre y de la naturaleza, esforzándose especialmente por mantener un contacto con Dios.
Por su sabiduría, a través de sus estudios, sabían de la llegada del Mesías, por lo que emprendieron un largo camino para llegar a Belén a adorar al Salvador. Ahí, se da la confluencia de tres hombres de diversas razas y origen: la blanca, amarilla y negra.
Estos hombres ricos y poderosos, dejaron patria, casa, comodidades, familia y, a pesar de las dificultades, emprendieron una travesía larga, difícil, incómoda, cansada para adorar a Jesús y llevarle sus ofrendas.
Como se acostumbra, cuando nace un bebé, quien lo visita le lleva regalos que, generalmente, representen el cariño, alegría o compromiso con la familia del recién nacido. Al igual, Melchor, Gaspar y Baltazar, llevaron regalos con fuerte carga simbólica: incienso que se ofrece a la divinidad, con valor purificador y crea buenas vibras; oro por ser rey de reyes; y mirra, que se untaba a los cuerpos cuando morían. Es el reconocimiento a la manifestación divina y humana de Dios hecho hombre.
Con esta reflexión y como lo mencioné en mi anterior colaboración, en 2015 vivimos luces y sombras en las diferentes áreas de desarrollo social, política y económica. Y, al igual que muchos de ustedes, deseamos un 2016 promisorio, que iniciara con mejores augurios, que sean más las luces que las sombras.
A cinco días del primer mes de 2016, ya no sé si la gente quiera seguir leyendo la prensa, ver y escuchar noticias que muestran la parte negativa y depredadora del ser humano. Para no lastimar el espíritu festivo de mis lectores, menciono solo algunas de esas ‘sombras’:
- En el mundo: la ejecución de 47 personas en Arabia Saudí; la ola anti inmigrante del intolerante Trump; los escándalos y corrupción en el deporte (caso FIFA).
- En México: el asesinato de la alcaldesa de Temixco; la baja del precio del petróleo; incertidumbre financiera con la devaluación del peso; delitos de alto impacto en Morelos, Guerrero, Tamaulipas, Jalisco y Edomex; violaciones de los derechos humanos (tortura).
Algunas ‘luces’:
- En el mundo: los acuerdos de 195 países en el tema del calentamiento global (COP 21), las relaciones Estados Unidos y Cuba, los acuerdos del TPP.
- En México: una sociedad más participativa, crítica y demandante en asuntos paradigmáticos, leve crecimiento económico del país sobre los otros de América Latina, destinos turísticos con alta ocupación.
Un año nuevo debe servirnos para revisar lo hecho, reflexionar sobre los aciertos y errores y modificar lo que esté más allá de nuestras propias manos. Deseo que en 2016 se escuchen más voces surgidas de la solidaridad, la libertad y la razón, sin importar raza, nacionalidad o creencia. ¡Feliz Día de Reyes!
Por: Patricia Espinosa Torres