En 1975, la Organización de las Naciones Unidas conmemoró el Día Internacional de la Mujer un 8 de marzo, y así ha permanecido. Miles de mujeres de todo el mundo se manifiestan en este día con la consigna del reconocimiento de sus derechos: acceso a la educación, a la salud, al trabajo, a una vida sin violencia, a la no discriminación, a ocupar cargos públicos y espacios de toma de decisiones, entre más…

El 8 de marzo hace referencia “a los hechos que sucedieron en marzo de 1908, en una fábrica textil de Nueva York en el que murieron calcinadas 146 mujeres trabajadoras en un incendio provocado por las bombas incendiarias que les lanzaron ante la negativa de abandonar el encierro en el que protestaban por los bajos salarios y las infames condiciones de trabajo que padecían”.

En 2016, estamos lejos de condiciones similares que provocaron esa tragedia, pero aún persisten indicadores negativos en materia de mujer y trabajo:

– Población total: 112 millones, 51.3 por ciento son mujeres.

– Población Económicamente Activa: 89.4 millones de personas, 43 por ciento son mujeres.

– Cuatro millones de mujeres desempleadas; 9 millones de jefas de hogar.

– Brecha salarial: las mujeres perciben 22 por ciento menos por un trabajo de igual valor.

– El 26 por ciento de mujeres tiende a trabajar en el sector informal; sin prestaciones sociales.

– La base de mujeres trabajadoras es 72 por ciento frente a 13 por ciento de ejecutivas en Alta
Dirección.

– El salario estimado de las empleadas equivale a 46 por ciento del total de los empleados.

– Trabajo no remunerado es 24.2 por ciento del valor del PIB; las mujeres realizan el 70 por ciento.

Frente a estos indicadores, el 8 de marzo no es un día de celebración, sino un llamado de atención sobre las condiciones que siguen afectando a las mujeres. Los factores socioeconómicos condicionan de manera diferente la participación activa de hombres y mujeres en el trabajo, y por lo tanto, impacta en la productividad de las empresas, evidencia que no consideran muchas de las organizaciones para mejorar su competitividad.

Sí es un día para festejar los avances alcanzados en materia política, de educación y salud; también es un día para recordar la lucha diaria de millones de trabajadoras que sobreviven lejos de un trabajo digno (bien remunerado, libre de violencia…), además de cumplir con la doble jornada.

Hoy es un día de compromiso que nos lleve a derribar barreras culturales, sociales y económicas, a construir modelos de mujeres exitosas en la economía, a fortalecer la red de protección social para las mujeres, a terminar con el hostigamiento sexual y el acoso laboral, a eliminar la brecha de género en ingresos; entre otros pendientes.

Es innegable que aún vivimos en una sociedad machista en la que persisten prejuicios y actitudes que frenan el desarrollo de las mujeres. En México, como en otros países, muchas mujeres siguen siendo ignoradas, discriminadas, y violentadas. Siguen existiendo prácticas por parte de una sociedad que no aprecia ni respeta la dignidad de la mujer.

El día en que las mujeres tengan más puestos de responsabilidad económica, más puestos directivos en la política, en la economía, más liderazgos en las comunidades, ese día vamos a tener un México mucho más humano, justo y solidario.

Opino que tras años de reivindicación de nuestros derechos, las mujeres hemos adquirido una experiencia diferente. Los lugares que hemos ocupado, el tipo de relaciones que hemos construido, las dependencias que nos impone nuestra fisiología, la educación para la autosuficiencia, todo ha influido en la visión del trabajo, del poder y de la propia identidad.

Con estos rasgos, queremos que la equidad de género deje de ser un sueño para el futuro y sea una realidad del presente.

(*) Política, conferenciante y humanista comprometida con la construcción de una sociedad más justa y equitativa.