Querétaro ha experimentado un crecimiento exponencial en todo sentido. Existe un gran número de nuevos negocios instalados y tenemos un ambiente propicio para el emprendimiento y la innovación. Tenemos generación de empleos y afortunadamente, la atracción de capitales nacionales y extranjeros es prioridad en la agenda del estado.
Sin embargo, Querétaro está en riesgo constante por el efecto cucaracha y no debe considerarse como algo lejano. El primer paso consiste en reconocer que el problema es actual y los casos son cada vez más recurrentes.
El efecto cucaracha se origina cuando las autoridades realizan acciones en contra de la delincuencia en un territorio. Como respuesta, los criminales huyen a zonas circundantes a resguardarse y a continuar con actividades delictuosas en una nueva región.
Querétaro colinda con Hidalgo, Michoacán y Guanajuato; entidades que adolecen de delitos como secuestros, extorsiones, homicidios, tráfico de drogas y robo de combustibles.
El ‘desplazamiento del delito’ (nombre técnico del ‘efecto cucaracha’), se concreta por un factor de oportunidad para delinquir. Ya sea la poca vigilancia en ciertas zonas, el contubernio de la delincuencia con las autoridades o la ruptura social en ciertas comunidades.
El problema no se resolverá únicamente montando guardias policiales o retenes ‘aleatorios’ en las fronteras con los estados vecinos. Se requieren acciones eficaces y trabajos de inteligencia para evitar el establecimiento de células delincuenciales. De igual manera, debemos continuar con la generación de oportunidades y empleos para evitar que la sociedad se una a las filas de la delincuencia.
Reitero, la delincuencia tiene un factor de oportunidad que debe ser erradicado.
Por último, como ciudadanía tenemos la obligación de reportar cualquier anomalía ante las autoridades y exigir un seguimiento adecuado de las denuncias. Es una manera de evitar que la delincuencia se apodere de la región.