Raúl D. Lorea
Las ciudades, como la sociedad, deben evolucionar, es por ello que los edificios y el espacio público cambian con el paso del tiempo añadiendo o eliminando elementos según las necesidades sociales, por ejemplo, poco a poco las ciudades adoptan estrategias de accesibilidad universal, colocando rampas en las esquinas, en lugar de los escalones de la baqueta tradicional.
Las ciudades han evolucionado empíricamente, sin embargo, hoy ya existen estrategias para evaluar e implementar los cambios que se necesitan en el espacio público, con el objetivo de que sean adecuaciones adoptadas por la sociedad.
Para ello, existe una estrategia llamada “urbanismo táctico” que, en palabras de la activista y urbanista Leticia Aguilar, “es de carácter temporal y de bajo costo y busca hacer visible una alternativa diferente, ordenada y lúdica”.
Se trata de modificar los espacios públicos para cambiar su uso, antes de invertir en una obra pública. El urbanismo táctico puede ser sólo pintura, algunos macetones o elementos que puedan quitarse para modificar el entorno urbano de forma que, si a las personas no les acomoda o no les resulta más atractiva la nueva disposición, siempre podrá plantearse una segunda propuesta o dejarse como estaba.
Cada vez que esto sucede se analiza qué es lo mejor para ciclistas y peatones, se vuelve a diseñar, se vuelve a pintar hasta que las autoridades puedan tomar una decisión que transforme esas líneas en nueva infraestructura. Bien valdría la pena implementar estas acciones desde el Municipio como primera autoridad cercana a la sociedad y responsable de formar comunidad.