Roberto Mendoza
El pasado domingo, más de un millón de personas salieron a la calle a manifestarse en todo el país en defensa del INE. Algunos políticos me dijeron días antes que no iban a marchar porque pensaban que esta debería ser una expresión totalmente ciudadana, sin contaminación partidista. Otros marcharon sin ningún problema, incluso con sus logos de partido y sus consignas. Hubo algunas expresiones en contra de la marcha en la calle y en redes sociales, pero la sociedad tomó el control de la marcha.
El INE sí necesita nuestra defensa, porque todos los que ya tenemos más de 18 años y optamos por tener una credencial del instituto, somos parte de él. Nuestros datos están a su resguardo y, al inscribirnos a su padrón, aceptamos que en algún momento vamos a participar en sus convocatorias, al menos las más importantes, que consisten en cumplir con nuestro voto cuando la nación nos lo exige. Este voto es muy valioso porque la decisión que tomemos, libre y secreta, define el futuro inmediato y por varios años de nuestra vida.
Nosotros somos el INE. No es un edificio, no son los consejeros, no son los partidos… somos nosotros, los que capacitamos, organizamos, contamos y damos a conocer los resultados de una elección. Confiamos en los resultados porque nadie nos dice que el cómputo “se estropeó por alguna razón”. Al INE no se le cae el sistema, porque participamos todos. No está en manos de un caprichoso personaje que exige que los resultados sean como él quiere, sino de nosotros, el pueblo.
El presidente López Obrador tiene dos problemas personalísimos con el INE. Absurdamente cree que es dirigido por un solo hombre y que por eso puede guardarle rencor; está resentido, debido a que cree que le “robaron” la elección del 2006 y del 2012. Segundo, él quiere que el INE tome decisiones que sean de su agrado, quiere controlar el instituto, quiere manipular sus decisiones… Quiere tomar el control de la nación, que pensemos como él. Está resentido y el blanco de su odio somos nosotros.
Si salimos a la calle más de un millón de mexicanos, eso quiere decir que somos muchos más. El mismo presidente cree al menos que contamos 30 millones. Él sabe que ya perdió a la clase media y eso es su mayor preocupación. Queda su frágil clientela, alrededor de 12 millones de personas adultas mayores que van a recibir, se supone, 6 mil pesos mensuales en 2024. De verdad, ¿esos 12 millones votarán por el candidato de AMLO? ¿Habrán tomado en cuenta que a ellos les afecta la inflación y las malas decisiones en salud que toma este Gobierno? ¿Entenderá que estos adultos mayores serán más solidarios con sus hijas, hijos, nietas y nietos que sufren por la violencia, la carestía y las torpezas de este Gobierno?
Ninguno de los llamados “programas sociales” del Gobierno ha resuelto el problema de fondo de nadie; tiene razón el presidente: “Tonto es el que piensa que el pueblo es tonto”. Se sustituyó el frijol con gorgojo por la institucionalización del puro gorgojo; nada de lo que el Gobierno regala cambia la vida de nadie. Sus malas decisiones nos han afectado a todos, miles murieron por COVID-19, miles han muerto por falta de medicamentos… otros miles, muertos por la inseguridad.
A lo mejor logra el presidente controlar el presupuesto, el edificio del INE, a sus consejeros, a varios partidos y sus líderes, pero no a nosotros. Usted que me lee, quien está a su lado, su esposa, sus hijos, su novia, sus padres, su vecino, con los que juegas videojuegos y ves Tik Tok, tus compañeros en la universidad, los que van sentados en el transporte contigo, nosotros… todos somos el INE y el INE no se toca.