Iván Torres/Rotaciones
Todo comenzó en 1998 y quizá mucho antes, en la década de los 70, la FIFA ya tenía enquistado a personajes que aceptaron entregar servicios de mercadotecnia, televisión, o conceder sedes de Copa del Mundo a cambio de dinero.
En el congreso número 51 del máximo organismo del balompié internacional celebrado en París en 1998, previo al arranque del mundial de futbol, empezaron a entregar en las habitaciones de los presidentes federados sobres de color marrón supuestamente con dinero. Horas más tarde se darían las elecciones para elegir al sustituto de Joao Havelange, hasta entonces presidente de la FIFA, al final de la votación de una primera ronda, el suizo Joseph Blatter aventajó la votación 110 a 88 al sueco Lennart Johansson, secretario de la FIFA y presidente de la UEFA, respectivamente.
Blatter no tenía la mayoría y se propuso una segunda vuelta a lo que Johansson dijo, “no tiene caso, si quien iba a votar por mi, no lo hizo”, le dio el triunfo a Blatter quien se proclamó presidente y duró en el cargo 17 años. En su mandato, con el argumento de que el futbol es para todos los pueblos del mundo, se dieron torneos internacionales y por supuesto la Copa del Mundo en países insospechados, Sudáfrica y ahora Catar, pasando por Corea del Sur-Japón y campeonatos juveniles incluso en países no preparados para la realización de estos.
En 2010, se despertó la gran sospecha. Algunos países europeos, Francia e Inglaterra, incluyendo los Estados Unidos, se quedaron sin palabras cuando perdieron la posibilidad de ser sede de la Copa del Mundo de 2018 y 2022, ante sus ojos no pudieron con la noticia de que Rusia y Catar serían los organizadores, respectivamente.
Comenzaron la persecución sobre el comité ejecutivo de la FIFA y aprendieron a algunos de sus miembros 5 años después por situaciones de sobornos y compra de votos, según investigaciones del FBI, Scotland Yard y la misma KGB.
Joseph Blatter terminó con su imperio, se sabe que en confederaciones de América y África, los presidentes se hicieron multimillonarios de la nada y sin explicaciones. El mundial que comienza en Catar fue uno de los beneficiados, gracias a Blatter, se cambió a noviembre el mundial y se le dio la sede a un país que promedia 42 grados centígrados, temperatura no apta para jugar. Seguramente será un mundial con grandes sorpresas y gratos momentos, pero estará manchado por las herencias del pasado, las herencias de la entonces corrupta esfera alta de la FIFA.