Javier Esquivel
Las crisis no solo tienen su mayor impacto cuando se convierten en la parte conflictiva de la agenda de los medios de comunicación o cuando los flujos de opinión y comentarios de la gente, sin conocer el fondo del tema, desfiguran la realidad, sino cuando aumentan la cantidad, la calidad y la profundidad de las interpretaciones y juicios de los contrincantes políticos contra los responsables.
Cuando se intensifica el análisis crítico y agudo de las crisis recurrentes con rigor profesional y se soporta con datos técnicos, cifras, antecedentes y proyecciones a medianos plazos se da inicio a una fase más complicada de la crisis: El quiebre reputacional.
En esta nueva etapa que está sujeta a toda clase de estrategias políticas se pone en riesgo el capital simbólico compuesto por la credibilidad, confianza y reputación de las instituciones y de los actores implicados con mayor visibilidad.
Con el más reciente y desafortunado accidente del Metro de la Ciudad de México se inicia esta irreversible etapa para las autoridades capitalinas y sus instituciones.
No solo se pone a prueba una vez más la capacidad de dar respuesta, a las víctimas, a los familiares, a los medios de comunicación o a la opinión pública sino se arriesga a perder la credulidad y autoridad de las personas en la antesala de la elección presidencial y cambio en la jefatura de gobierno.
La recurrencia de la crisis en Sistema de Trasporte Colectivo Metro evidenciará cúan queridos, temidos, rechazados o arropados políticamente pueden ser los responsables o protagonistas del problema en la CDMX, pero sin credibilidad y confianza no hay estrategia que soporte la embestida político electoral que se aproxima.
Con esta nueva oportunidad política de la oposición, se pondrá aprueba el respeto, el honor y el reconocimiento de las y los implicados como autoridad garante del buen funcionamiento de las cosas de la ciudad y se dejará en tela de juicio la confianza y nivel de seguridad que ofrece el Metro por varias décadas sin importar quien gane en 2024.
El reto en materia de comunicación al que enfrentarán las autoridades de la CDMX no solo será en el terreno del control de daños luego de las evaluaciones frías y complementarias e independientes de los especialistas técnicos.
El desafío será construir una nueva narrativa que sea creíble y diferente a la difundidas en ocasiones de accidentes anteriores.
Será necesario orquestar una defensa de alto nivel de blindaje de confianza y hacer un frente sólido político para hacer frente a las demandas de rendición de cuentas en los órganos legislativos o en el tribunal de la opinión pública alentada por la alianza opositora capitalina con fines electorales.
En este complicado panorama, la administración, las autoridades y aspirantes a cargos de elección popular en 2024 tendrán que sortear los tres rostros de la crisis:
Su propia interpretación racional de los hechos recurrentes y la forma de controlar el daño reputacional que les ocasiona interna y externamente en el ámbito político; el alto grado de escepticismo que el gran público manifiesta del conflicto y el grado de afectación y desconfianza que le genera en sus vidas diarias el uso de un medio de transporte con frecuentes daños; y finalmente, la interpretación, análisis y difusión de los daños que hagan los medios de comunicación en los próximos meses.
Es época de campañas políticas y capitalizar las crisis del rival es una constante por más indeseable y pernicioso sea. La estrategia de control de daños utilizada en ocasiones anteriores, podría ya no dar resultado.
@javoesquivel.