Javier Esquivel
La debilidad electoral, la falta de credibilidad y las crisis reputacionales recurrentes de los líderes de los partidos mexicanos de oposición son varias de las condiciones que les obliga no solo a pensar en alianzas o coaliciones, sino también evaluar detenidamente, como una opción de rentabilidad y sobrevivencia electoral, la experiencia latinoamericana de abrir espacios a los y las aspirantes outsiders.
A pesar de que la figura en México no es nueva, hoy sí existen la mayoría de las condiciones para que tengan éxito las aspiraciones de aquellas personas que son consideradas como actores antisistema y que irrumpen en la opinión pública con un discurso atractivo y exento de la retórica tradicional.
La propensión social a rechazar los liderazgos partidistas actuales y la baja simpatía por las y los políticos tradiciones, que hoy han manifestado su aspiración por una gubernatura o por la presidencia de la República, es otra de las circunstancias que hacen pensar que llegó la hora para las y los outsiders mexicanos.
Si bien es cierto que proponer personajes con estas características no garantiza necesariamente derrotar electoralmente a un régimen con alta intención de voto nacional y popularidad sin igual de su titular, sí amplia sustancialmente las probabilidades de ser altamente competitivos en las gubernaturas, CDMX, los espacios en el Congreso y la campaña presidencial.
El marco legal en México, a pesar de ser restrictivo para los cargos de elección popular para ciudadanos independientes y complejo para gobiernos de coalición, sería otra de las condiciones que permitiría que la alianza “Va por México” pudiera acompañar esta iniciativa.
En caso de que la oposición mexicana optará por esta opción para tener posibilidades tendría que dar los siguientes pasos:
1) Generar los mecanismos internos necesarios para dar cabida y visibilidad a las y los aspirantes ciudadanos que son percibidos como actores cercanos a la gente, pero distantes de las fuerzas políticas y élites económicas tradicionales, pero que cuentan con una propuesta de alto impacto social.
2) Construir una narrativa eficaz que haga contrapeso a la percepción pública de que ya fueron pactadas y repartidas entre aliados, con opacidad y para sus allegados las candidaturas y posiciones electorales del Estado de México, Coahuila, CDMX y la candidatura presidencial.
El mensaje que ofrecieron hace unos días obliga a pensar que ya no habrá espacio para otros institutos políticos, a nuevas corrientes de pensamiento y que el partido minoritario de su alianza es desdeñado de proponer aspirantes a los cargos de elección popular.
3) Dar paso a la autocrítica y tratar de convencer a una sociedad de que a través de sus siglas habrá una candidatura presidencial legitima, genuinamente ciudadana que aglutina el desencanto y rechazo a la cuarta transformación.
Hoy las condiciones para los outsider en México son más viables que en épocas anteriores; habrá que ver qué tan dispuestos están los líderes partidarios de oposición a dejar su proclividad a privilegiar el interés de grupo o a abandonar la fiel costumbre de proponer a los cargos de elección y representación popular siempre a las mismas personas.
Apunte del consultor.
El insider, la persona de mayor experiencia en las filas partidistas o el líder más hábil para perpetuar su influencia y su dirigencia partidita o el gobernador mejor calificado no es necesariamente el más viable para ganar una elección presidencial.
@javoesquivel