Alejandro Gutiérrez Balboa
Los Estados Unidos se encuentran en un momento crítico, después de haber mantenido en exclusiva el dominio mundial por poco más de 20 años. Después del derrumbe de la Unión Soviética ocurrido entre marzo de 1990 y diciembre de 1991, considerada la mayor catástrofe geopolítica del siglo XX, Estados Unidos tuvo la hegemonía hasta el resurgimiento, tanto de China, como de la propia Rusia y otras potencias emergentes.
Hoy pareciera que los norteamericanos pretenden mantener esa posición, lo que se antoja irracional. El mundo no sólo será, sino que ya es multipolar. El arribo del populismo de derecha introducido en el partido Republicano, con el slogan “make America great again” no fue sino un espejismo, a pesar de las diatribas de su líder.
Sin embargo, el partido Demócrata no parece tener ni el vigor ni el encanto ni el mensaje, para suplir los daños dejados por Trump. El actual presidente no resultó la persona indicada toda vez su falta de liderazgo y su debilidad personal.
En el mundo se mueven fuerzas estratégicas sin la presencia norteamericana. Recientemente se reunieron en Beijing representantes de Arabia Saudita e Irán, las 2 principales fuerzas del mundo shiíta y sunita del Islam, anunciando que restablecerían relaciones diplomáticas, después de 7 años de ruptura. La reunión fue auspiciada y hospedada por China quien, con ello, se erige como un factor en el Medio Oriente, para rabia tanto de norteamericanos como de israelíes, que preferirían ver a Irán aislado en caso de un conflicto con ellos.
Y mientras el tablero mundial contempla movimientos de potencias nuevas que demandan un papel en el juego, y mientras un palurdo se atreve a insultar y amenaza con injerirse en la política interna de su poderoso vecino, la primera potencia militar se entretiene en el “show” de tratar de enjuiciar a un expresidente que llegó gracias a las abiertas intromisiones de la dirigencia rusa. Adicionalmente no hizo más grande a su país, sino todo lo contrario.
India ha sobrepasado ya a China en población. Alemania se consolida como la mayor potencia europea. En el este asiático, Japón y Corea del Sur consolidan sus posiciones como potencias económicas y cada vez más como potencias militares. En América Latina y gracias tanto a la miopía como a la pretensión de mantenerse en el poder del peor gobierno de los últimos 40 años, México se debilita y cede en su papel regional, dejando el lugar a Brasil. Los intereses nacionales de lado.